Aunque nuevamente fue cuestionada por el supuesto uso de playback, Britney Spears volvió a imponerse gracias al atractivo y espectacularidad de su show.
ReutersLISBOA.- Con su comentado y enorme despliegue escénico, casi una veintena de bailarines a su alrededor y un marcado estilo discotequero, Britney Spears cerró anoche en Lisboa la fase europa de su gira, que ahora encaminará sus pasos hacia Sudamérica.
La artista estadounidense llegó a la capital lusa siete años después de la última vez para presentar su último disco, Femme Fatale, con el que ya ha recorrido Europa y EE.UU.
El nuevo álbum, presentado a principios de este año, está significativamente copado por ritmos dance, ánimo que en vivo incluso contagia a las canciones de discos anteriores que interpreta, ahoara remezcladas.
Láser de colores, columnas de humo, chispas, fuegos artificiales, continuo movimiento de luces, cambios de vestuario y la vertiginosa entrada y salida de los decorados, llenaron un escenario de dos alturas en el que Britney no dejó ni un segundo de bailar.
El espectáculo presentó una estética muy cercana al videoclip, con una proyecciones en una gran pantalla situada a espaldas de la artista.
De hecho, muchas de las voces que acompañaban a la otrora "princesa del pop" en distintos temas no procedían de cantantes en vivo —donde, aparte de los bailarines, nadie la acompañó físicamente—, sino de quien aparecía en la pantalla, de forma virtual.
Precisamente, medios portugueses recordaban esta semana la polémica surgida en la última actuación de Britney Spears en Lisboa, en el marco del festival "Rock in Rio", cuando fue criticada por hacer "playback".
La estadounidense tampoco dio motivos hoy para silenciar a quienes la acusan de mover los labios sin cantar, brincando y corriendo por todo el escenario sin que su voz se alterara mínimamente.
A sus fans, sin embargo, poco les pareció importar y no dejaron de bailar y corear sus éxitos más movidos, como "Up N' Down" y "3".
Al alero de piezas como ésas, la cantante, de casi 30 años, presenta una imagen sexy, con más curvas que antaño, y la explota en el escenario.
Ligera de ropa, abrochándose y desabrochándose una chaquetilla, o contorneándose con algún bailarín, la antigua estrella del Disney Channel continuó exhibiendo un estilo provocador.
La imagen fue especialmente evocada cuando interpretó algunos de sus éxitos pasados, como "Baby one more time", con el que triunfó hace más de una década, cuando inició una relación con Justin Timberlake y proclamaba a los cuatro vientos su virginidad.
Estructurada en bloques de entre tres y cuatro canciones, el espectáculo de Lisboa permitió ver bailar a Britney sobre una Harley Davidson, un Mini descapotable, en un barco egipcio, tras los barrotes de una jaula e incluso caracterizada a lo Marilyn Monroe, con la falda levantada por el viento.
Uno de los momentos más altos del concierto —al igual que en el resto de la gira— llegó cuando se pidió un voluntario entre el público, lo que terminó con el joven "agraciado" esposado en una especie de barra vertical, para ver de cerca los contorneos tanto de Britney Spears como de los otros bailarines.
Primero "Gimme more", de su anterior disco, y después "Don't let me be the last to know", la única balada que sonó en la hora y media de concierto, dieron paso a una versión remix de "Boys".
Después, cuando se acercaba la hora del final, llevó al delirio a sus seguidores con "S & M", la canción que compartió con Rihanna, seguida de "'Till The World Ends", un éxito en las discotecas de todo el mundo.
Gracias a éste y otros temas, la artista norteamericana, madre también de dos hijos, sigue ubicando sus discos en la lista de los más vendidos y parece haber renacido profesionalmente después de su particular "descenso a los infiernos", ocurrido entre 2006 y 2008.
El tour "Femme Fatale" viaja ahora a los Emiratos Árabes Unidos (EUA), donde anota una función el viernes, para luego desplazarse a Latinoamérica, donde la próxima semana y hasta el próximo 10 de diciembre la cantante realizará presentaciones en plazas como Argentina y Perú, hasta finalizar en Puerto Rico.
En Chile, la actuación de Spears está agendada para el 22 de noviembre en el Estadio Nacional, que ya tiene 35 mil localidades vendidas. Las restantes 15 mil disponibles se pueden adquirir a través de Puntoticket, por valores que van de $22 mil a $295 mil.