James Blunt ofreció un show en el que la guitarra eléctrica también fue protagonista.
Héctor Yáñez, El MercurioSANTIAGO.- Aunque en el pop tres años son una eternidad, con James Blunt esta concepción no es aplicable. Pasadas las 21:00 horas del jueves y con canciones como "So far gone", ya era palpable en el Movistar Arena la misma histeria y los gritos que se registraron en su debut en Chile en 2008, cuando vino como telonero de Elton John.
No obstante, el cantante se veía anoche más maduro y con mayor manejo escénico. En varias oportunidades caminó en medio del público y pasó de la guitarra al piano con soltura, demostrando que es mucho más que una cara bonita.
Precisamente eso es lo bueno de Blunt: su disciplina, posiblemente heredada de sus años como soldado de la OTAN en Kosovo, que se traduce en una correcta voz, composiciones radiales y una banda que sabe acompañarlo sin jamás hacerle sombra.
La mayor parte del tiempo con una guitarra eléctrica y mezclando las composiciones de "Some kind of trouble" (2010), "All the lost souls" (2007) y el multiventas "Back to bedlam" (2004), James Blunt supo convencer a los oyentes, especialmente a los varones que acompañaban a sus novias hechizadas por un cantante que no fue demasiado demagogo en mostrarse sexy hacia ellas.
En sus halagos, a lo más trató de "bacanes" a los chilenos, lo que motivó aplausos.
El punto alto vino con la interpretación de composiciones como "High", "Same mistake", "1973" y, hacia el final, "Stay the night" que sonaron contemporáneas y convincentes. Y sí, cantó "Beautiful", como un profesional: sin que se notara aburrimiento por haberla interpretado centenares de veces por el mundo.