Corriente de amor se llama el disco con que debuta esta cantante y compositora chilena, de la mano del videoclip "Solitario". "El rock, el soul y el pop en una sola voz", dice su tarjeta de presentación.
Escogió el apellido materno y un nombre que significa "miel" y "guerrera", según su traducción, para presentarse. Kella Stambuk, cantante y compositora chilena, hizo su estreno con el disco Corriente de amor (2011) y, justo a tiempo para reanudar este mes una temporada de actuaciones en vivo, debuta también en el clip con el video de su canción "Solitario".
-Es el primer tema que armé para el disco y tiene un valor sentimental, ya que lo hice hace al menos doce años. Su nombre también alude al "proyecto solista", y es alegre, ondera, perfecta para darme a conocer -dice esta cantante, nacida como Pamela Arriagada Stambuk en San Bernardo, iniciada en actuaciones de colegio y festivales y en bandas como Nahim y Periferia antes de debutar sola.
Las canciones de Corriente de amor se remontan a cuando tenía trece años, dice. "El disco trata básicamente de experiencias personales y sentimentales. Quise que fuera así, para llegar con vivencias que experimenta el común de la gente. Lo que me lleva a hacer canciones es sacar todo lo que tengo adentro, mis emociones y pensamientos. Necesito plasmarlos en canciones, es casi un asunto terapéutico".
-"El rock, el soul y el pop en una sola voz", está escrito en tu comunicado. ¿Qué significa para ti cada uno de esos tres géneros, qué te gusta de cada uno de ellos? -Para mí el rock es energía, desorden e imperfección, es dejarse llevar por el carácter. El soul me conecta con las armonías, los colores y la libertad de fraseos, muy típico de la influencia negra. El pop se refiere a una manera de hacer música tipo "formato canción", radial, con la estructura clásica. A pesar de que uno haga una diferencia técnica de estos estilos, mi música finalmente sale intuitiva, sólo me dejo llevar.
-¿Cómo llegaste a esos géneros, son influencias que has tenido desde chica? -Fue un acercamiento natural. Al rock llegué por Faith No More, Mike Patton (el cantante de ese grupo estadounidense) es alguien a quien admiro mucho desde muy chica. Fue con un cassette de mi hermano, The real thing (1989): me enamoré de sus gritos y esa onda alocada de hacer rock. Eso me llevó en la adolescencia a escuchar a El Otro Yo, Chancho en Piedra, Los Tetas, Incubus, Primus, etcétera. Eric Clapton también me abrió la cabeza. Al soul llegué por cantantes pop como Whitney Houston, Lisa Stansfield. Sin embargo no sólo escucho eso. A veces me enamoro de una melodía, de la voz, del intérprete. Una canción de cualquier estilo me puede llegar en diferentes formas.
-A los cuatro años empezaste a tocar piano, dice tu biografía. ¿Había un piano en tu casa? -Así es, partió de manera muy fluida, casi improvisada. Mientras divisaba que mis hermanas mayores tocaban la guitarra me acerqué al instrumento y fue una conexión a primera vista. Era muy tímida y sólo tocaba el piano cuando sentía que no iba a ser descubierta. Tocaba algo parecido a un acorde y una melodía y letra adaptada a mis experiencias: los pajaritos, las estrellas, la naturaleza… es algo muy tierno. Nunca se me olvidará esa melodía ni de esa letra.
Kella Stambuk hizo estudios de música en la Universidad Vicente Pérez Rosales y en la Escuela Moderna de Música, y grabó Corriente de amor junto a productores como Nicolás Quinteros, quien tocó algunas baterías, y Gerónimo Labrada, quien hizo la mezcla y la masterización. Las guitarras fueron grabadas por Germán Velásquez, de Periferia. "Todo el resto lo hice yo misma", acredita la autora, y tal cual en el video apareces tocando guitarras y baterías. "Muestro lo que soy y lo que sé hacer. O si no me moriría de vergüenza".
-¿Cómo fue tomar la opción de producir tú misma el disco, qué tan exigente fue ese trabajo? -Fue bonito, una experiencia clave. Necesitaba probarme y poner un desafío de este nivel para saber hasta qué punto era capaz. Es probable que hace unos tres años jamás me hubiera atrevido, pero ahora me sentía capaz y con mucha energía, además de que tenía un capital material (un home studio) y un capital intelectual: las canciones, los arreglos.
-¿Qué importancia tiene haber hecho estudios formales de música? -¡Infinita! Primero en el Vipro entendí el aspecto sonoro, cómo grabar, poner un micrófono, instalar un plugin. En la Escuela Moderna aprendí los límites y posibilidades de los instrumentos, maneras de componer, diversidad de estilos. Mientras uno mantenga el instinto del arte y pueda combinarlo con la técnica se abre un mundo; mientras más conocimiento tienes más y mejores ideas saldrán.
-¿Por qué elegiste el apellido materno, Stambuk? -Quería un nombre que separara la realidad de la fantasía, un alter ego, una transformación, ya que sigo siendo yo, sólo que de una manera más expresiva e inspirada. Heredé de mi madre un lado que sale a flote sólo algunas veces, algo que llevo muy dentro de mí, casi de manera hermética.
-¿Y en qué idioma Kella significa "miel guerrera"? -En ningún idioma en particular. Entre mis averiguaciones, mientras elegía qué nombre me representaría, me llamó la atención el significado de esa palabra. Por un lado en quechua se denomina kella a la miel de mejor calidad, y eso alude a una parte de mí que sigue siendo tierna, ingenua. En contraste, lo de guerrera lo adopté de una argelina que también se llamaba Kella, y que peleó contra el Imperio Romano, como una alusión a la lucha por los ideales.