Según Ulf Hjertonsson, Neruda estaba ''flaco y pálido, pero me reconoció y habló claramente'', horas antes de su muerte.
El Mercurio (archivo).
SANTIAGO.- El poeta y premio Nobel Pablo Neruda estaba "lúcido" y "hablaba con rapidez" hasta horas antes de su muerte, supuestamente asesinado a manos de la dictadura militar, según señaló el diplomático sueco Ulf Hjertonsson.
"Lo vi en la Clínica Santa María el 22 de septiembre de 1973, un día antes de su muerte. Estaba flaco y pálido, pero me reconoció y habló claramente", evocó el funcionario, de paso por la capital.
Hjertonsson, enviado a apoyar por 30 días a la legación sueca después del golpe de estado de Augusto Pinochet, acotó que Neruda estaba preocupado por sus amigos del partido comunista.
"Preguntó en especial por la familia del senador Volodia Teitelboim, quien estaba en Moscú, y a cuya hija sacamos con un pasaporte sueco falso", recordó.
El diplomático, quien señaló que el poeta planeaba emigrar a México en ese momento, sostuvo que el artista en esos momentos estuvo casi siempre acompañado por su esposa, Matilde Urrutia, su secretario Homero Arce, el pintor Nemesio Antúnez y su hermana Laura Reyes.
De todas formas, el diplomático no se refirió a la hipótesis del asesinato del premio Nobel —supuestamente envenenado con dipirona—. "Yo no soy médico", puntualizó.
Sin embargo, Hjertonsson admitió la tensión que la muerte de Neruda provocó con los militares en el poder. "El cortejo fúnebre lo iniciamos en su casa 'La Chascona' con unas 50 personas el 25 de septiembre".
"Unas cuadras más allá, eran unas 500 personas, gente del pueblo gritando cada vez más fuerte 'Neruda, presente ahora y siempre!', con los militares al lado, apuntando", recordó.
Hjertonsson agregó que la situación de la embajada de su país era difícil esos días, por la decisión del embajador sueco Harald Edelstam de asilar a cientos de chilenos, como hiciera años antes en Noruega con miembros de la resistencia contra los nazis.
"Hicimos cosas muy arriesgadas en Santiago, Valdivia y Temuco", evocó el diplomático. "Me impresionó cómo Edelstam organizó todo, proveyendo comida, salud y camas para 400 asilados en cosa de días".