SANTIAGO.- "Tenemos razones para seguir cantando. Buenas razones", fue una de las frases que Guillermo Escudero, integrante de Quilapayún, pronunció anoche al inicio de la primera de las dos presentaciones del grupo esta semana en la capital. Y el concierto fue la mejor muestra de esas razones, con un repertorio de argumentos que incluye integrantes, historias, canciones y emociones diversas, y que el conjunto chileno puso en escena en una actuación memorable.
El de los integrantes es el primero de esos motivos. Y se basa en el encuentro de generaciones que, después de 48 años de historia, da vida a este conjunto, formado hoy por los tempranos Eduardo Carrasco, Carlos Quezada, Hernán Gómez, Guillermo Escudero, Hugo Lagos, Ricardo Venegas y Guillermo García, junto a los más recientes Ismael Oddó, Sebastián Quezada, Caíto Venegas y Fernando Carrasco.
Quilapayún funciona habitualmente con formaciones dinámicas y combinadas entre los citados músicos, algunos de ellos residentes en Chile y otros en Francia, país donde estos hombres vivieron el exilio durante la dictadura (y donde aparte funciona el grupo que dirigen Rodolfo Parada y Patricio Wang con el mismo nombre). Pero en el concierto de ayer, y en el que darán este domingo 30 de junio en el mismo Teatro Nescafé de las Artes de la capital, por primera vez el conjunto se presenta con los once componentes de su alineación actual.
Y esta asistencia completa es la que permite el privilegio de ver hombro con hombro a integrantes de larga data como Eduardo Carrasco y Carlos Quezada, que viven en Chile y Francia respectivamente. O asistir a la complicidad de musical y humorística entre Hernán Gómez, Hugo Lagos y Ricardo Venegas, porque el humor es además una presencia constante en el concierto, con ejemplos como esa "conjugación de verbos irregulares" que proponen en vivo o la lectura de diarios que hacen con hojas de "El Mercurio" en mano y con citas a Nicanor Parra incluidas.
La misma amplitud en el tiempo tiene el repertorio musical. En un programa generoso de veintisiete canciones el que pone a sonar Quilapayún en este viaje, donde hay propuestas tan recientes como las voces solistas de Sebastián Quezada en "Themenis laothoe quilapayunia" o de Ismael Oddó y Caíto Venegas en una versión de "El cigarrito" armonizada por Fernando Carrasco en la guitarra, además del adelanto en vivo de la composición "Lluvia de Pasto", del mismo Carrasco, que el grupo toca sin anunciar y que estará presente en el nuevo disco que se aprestan a lanzar en los próximos meses.
Pero también tienen su espacio ganado en el concierto las obras de Víctor Jara, Luis Advis, Sergio Ortega o Gustavo Becerra que son parte del bagaje de interpretaciones patrimonial de Quilapayún. Con recursos tan variados como los de la discografía de cinco décadas que tienen a su haber, el grupo sale airoso incluso de pequeños fallos como una partida falsa en la canción "Allende" y ofrece sobre todo un viaje de estímulos y contrastes permanentes, entre momentos instrumentales como la versión de "Ventolera" a cuatro charangos simultáneos y la belleza de acordes de la guitarra de Hugo Lagos en la "Canción del llamado" (del LP Tralalí tralalá, 1984), o entre las proezas de voces y de zampoñas de "Memento" y el "Vals de Colombes" y el ritmo febril con que "Malembe" detona el baile de algunas mujeres en la platea, propulsado por el sabor caribeño a toda prueba de la percusión de Sebastián Quezada.
Las buenas razones de Quilapayún no están completas finalmente sin la diversidad de emociones que el grupo es capaz de desplegar en vivo. "Hoy es el aniversario del nacimiento de Salvador Allende", anuncia en un momento Guillermo Escudero, y es el pie para la intepretación de la mencionada "Allende" y su emocionante arreglo de voces, a la que se sumará tarde la belleza armónica y vocal de "Mi patria". Y una cumbre llega luego con la proyección de las imágenes de Willy Oddó, otro referente del conjunto, mientras se escucha su voz en la versión original de "Canto a la pampa" antes de que su hijo Ismael Oddó salga al escenario a empalmar la misma canción con su voz y su guitarra, en un efecto sobrecogedor que motiva la mayor ovación de la noche.
A la misma hora y a pocas cuadras de ahí en la capitalina Plaza Italia tienen lugar las manifestaciones al cierre de una nueva jornada de marcha nacional convocada por estudiantes y trabajadores este 26 de junio, y en unas horas más las noticias anunciarán el desalojo policial de varios liceos en toma durante la madrugada. Hacia el final del concierto Quilapayún toca "La batea", canción siempre contingente que esta noche incluye una estrofa dedicada a las vacaciones en Italia de la actual Ministra de Educación, y termina la jornada con el himno "El pueblo unido", para sumar un argumento más al peso de los músicos, las historias, las canciones y las emociones de un concierto. En el día del natalicio del Presidente Allende, que es al mismo tiempo un nuevo día de protestas por la crisis educacional en 2013, Quilapayún se escucha en sintonía con la memoria y también con los tiempos que corren.
Tercer concierto
La reunión de Quilapayún ha llamado tanto la atención de sus seguidores que el show agendado para el domingo 30 de junio quedó absolutamente agotado en la mañana de hoy.
Por esto, la agrupación decidió abrir una tercera fecha el martes 2 de julio en el Nescafé de las Artes, a las 20:00 horas, en una fecha que nuevamente tendrá a "franceses" y "chilenos" reunidos, y que servirá para terminar el documental "El Deber de la Sonrisa", del realizador Jorge Leiva.
Las entradas para la ocasión ya están en venta, por valores que van de $20.000 (platea vip) a $5.000 (platea alta general), a través de Ticketek.