Ramazzotti lució una enseña chilena durante su concierto de esta noche.
Cristian Soto, El MercurioSANTIAGO.- Eran cerca de 15 años los que Eros Ramazzotti llevaba sin venir a Chile, tres lustros que en tiempo de promoción artística suenan a una verdadera eternidad. Entre tanto, el hombre que en 1993 llegó al número uno de nuestros rankings con "Cosas de la vida" y "Otra como tú" editó al menos seis discos, de descendente resonancia en las radios y estanterías locales.
De buenas a primeras podría pensarse que el trabajo del cantautor italiano dejó de ser tan compatible con el paladar local, pero esta noche de lunes quedó en claro que esa premisa es completamente errada. Porque, por una parte, cerca de nueve mil personas acudieron con entusiasmo a la cita con el artista, al que recibieron incluso con un fervor inusual al del target (mayoritariamente adulto).
Pero hubo un segundo ingrediente que quizá explique mejor el fenómeno, y es el propio repertorio del cantante, que esta noche dio cuenta de que este tiempo lejos de Chile fue invertido principalmente en Europa, con el mercado hispano reducido apenas a una lejana preocupación.
No era malo el español que Ramazzotti imprimió en discos tan populares como Todo Historias (1993), pero ese idioma esta noche no le sirvió ni siquiera para saludar. Menos para cantar. Así, éxitos como "Si bastasen un par de canciones" y "Estrella gemela" sonaron en rigor como "Se bastasse una canzone" y "Stella gemella", opción que por cierto se vio acentuada en los temas que presentó del disco que motiva esta gira, Noi (2012).
Pero eso poco importó en la mayor parte de los asistentes. Más allá de una que otra cara un poco más larga de lo habitual, o de un grito aislado pidiendo "español", el público presente dio cuenta de que al menos entre ellos la popularidad del italiano permaneció encapsulada, bien protegida de los avatares del tiempo y la distancia.
Por eso, para ellos lo de esta noche en Movistar Arena debe haber constituido un auténtico reencuentro, al que acudieron con ansiedad y compromiso, y al que Ramazzotti respondió con un show prolijo y afinado. Ya no está el escenario aspiracional de su lejana primera vez en San Carlos de Apoquindo, sino un par de pantallas con proyecciones e imágenes en vivo. En cambio, lo que sí hay esta vez es una banda poderosa, con músicos que incluso se las arreglan para lucirse cada tanto, sobre todo saxofonista y guitarrista.
Así, baladas como "Polaroid" lucen potentes y enérgicas, pese a tener su casa en la escuela italiana, mientras que temas como "Sotto lo stesso cielo", "Noi" y "Un ángel como el sol eres tú" abren la vertiente al power pop, el funk y el disco en sus variables pelolais, para bailar con meneo in situ, sin transpirar ni despeinarse.
Con eso Ramazzotti pagó en parte su falla idiomática, que no es menor (mal que mal, acá llegó vendiendo una pomada con etiqueta en español). Y aunque en "La aurora" y en los párrafos a capella de "Otra como tú" la falta adquirió tintes de desaire, al dejar al coro popular confundido en una nebulosa lingüística, la satisfacción nunca llegó a ponerse en duda entre los presentes. Debe ser porque en la piscina del reencuentro hoy había agua en cantidades más que suficientes. Para la otra, en cambio, será imprescindible tomar sólo ese resguardo antes de volver a lanzarse.