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Melendi culmina su destape en Viña y pone en aprietos a los animadores

El español ofreció un brevísimo show, finalizado con un abrupto corte que el público no perdonó, obligando a Rafael Araneda y Carolina de Moras a aplicar medidas de emergencia.

01 de Marzo de 2014 | 02:12 | Por Sebastián Cerda, enviado especial a Viña del Mar

VIÑA DEL MAR.- El aire de "desconocido" se resistía a abandonar a Melendi ante el gran público local, que en las semanas previas incluyó su nombre en la lista con los cuales justificar las tradicionales burlas hacia el cartel del Festival de Viña.

Sin embargo, el español finalmente logró sacudirse ese fantasma, y culminar su lento despegue en nuestro medio con una escueta presentación en la Quinta Vergara, que de todos modos fue suficiente para compenetrarse al cien por ciento con el público, llevarse la Gaviota de Oro y provocar uno de los momentos más tensos en esta edición del certamen.

La postal fue la que cada año regala un nombre en particular, y en Viña 2014 le tocó a Ramón Melendi: La cosa está funcionando, pero el timming de la noche obliga a un corte abrupto, y el público simplemente no perdona.

Eso fue lo que ocurrió después de que el español interpretara su hit "Cheque al portamor", tras el cual fue despedido con una Gaviota de Plata entre manos y un rápido envío a comerciales.

Error. Porque entonces la hoguera se encendió en el anfiteatro, con Rafael Araneda como principal objetivo de los peligrosos dardos que bajaban desde la galería, y que el animador asumió tras el regreso de comerciales, llamando al propio Melendi a poner paños fríos y recibir una Gaviota de Oro. Sólo así la noche pudo seguir, ya minimizados los riesgos para el venidero número a cargo de Tommy Torres.

El español, en tanto, puede irse con la seguridad de haber concretado un destape que, si bien le permitió dejar atrás los recelos, no logró hacer lo mismo con las comparaciones (nada elogiosas) con Ricardo Arjona, a quien recuerda no sólo por su estampa, sino también por su registro y por su forma de encarar las canciones.

Claro que, al lado del guatemalteco, la poesía de Ramón Melendi está para el Cervantes, mientras que en su ejecución refuerza el filo épico-rockero de sus últimas composiciones románticas, que dejaron en el olvido sus inicios rumberos.

Pero como aquí las utilidades del negocio romántico son infinitamente superiores a las del hispano clásico, Melendi tiene su lugar garantizado. Ojalá se hayan aprendido su cara, porque de seguro la seguiremos viendo muy seguido.
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