SANTIAGO.- En principio fueron casi un movimiento subterráneo. Un grupo con ciertos rasgos indie, cuyo nombre se difundía entre comunidades de blogueros y consumidores regulares tanto de arte como de cómics.
Pero pronto el colectivo CandyFunto saldría de ese capullo. Tras la alta cantidad de internautas que terminaron por integrar blogs como "Nada que aportar" o "Manual del insoportable" a sus favoritos, el interés y los elogios hacia los dibujantes Alberto Montt, Francisco Javier Olea y Francisco Ibáñez, crecieron considerablemente.
Las exclusivas ediciones de lujo de libros y cuadernos de notas (entre 60 y 200 copias) se agotaban rápidamente, y hasta su propio medio los reconoció con una nominación a los Altazor, este año.
Así, no había otro paso posible que el salto editorial. Desde el viernes se encuentran en librerías "En dosis diarias" y "Capítulo treinta y tres", los dos primeros ejemplares ($10 mil cada uno) de una verdadera saga que Ediciones B prepara con los distintos productos del colectivo.
El primero recopila las obras que Montt subió a su blog, que llegó a ubicarse como uno de los más visitados de Chile y Latinoamérica, a partir de caricaturas diarias con una mirada humorística para prácticamente todo: la religión, el sexo, curiosidades de la naturaleza, etc.
"Capítulo treinta y tres", en tanto, es una suerte de bestiario a cargo de Francisco Javier Olea y Paloma Valdivia, quienes simplemente subían alternadamente al blog correspondiente el dibujo de un personaje con su definición. La hilación de todos fue dando cuerpo a una historia, que es la que ahora contiene el libro.
La dinámica, de este modo, no era ni de cerca la tradicional para preparar un libro de dibujos o historietas, pero Montt mira el paso con absoluta naturalidad y rebosante de confianza en el trabajo hecho. "Nosotros presentamos el proyecto (a la editorial). No era demasiado difícil 'venderlo', porque creemos mucho en CandyFunto. Sabemos que es una buena idea y que hay un nicho virgen en Chile. Tuvimos la suerte de encontrarnos con gente que opinó lo mismo", cuenta.
-¿Hay, a tu juicio, un sello que defina el humor de los distintos artistas de Candyfunto?
-Las ganas de tomarse las cosas con humor y de verlas, o tratar de verlas, desde un punto de vista diferente. Y cuando me refiero a humor, no hablo de la risotada fácil, sino más bien de la mirada trastocada.
-¿Llegar a librerías estaba dentro de los horizontes de Candyfunto al momento de surgir como colectivo?
-Cuando surgió la idea queríamos tener un espacio para jugar y llevar a cabo proyectos personales y asociados al humor. No estábamos seguros de la dirección que el proyecto tomaría, y estábamos dispuestos a ir con la corriente.
-En sus definiciones está la entrega de productos exclusivos. ¿Por qué deciden pasar de tirajes de 60 ó 200 ejemplares a editar a través de una editorial?
-Todavía tenemos planes de hacer productos en ediciones limitadas y de lujo, algo así como un juguetito para fetichistas. Pero el salto a tirajes mayores resultó inevitable. Nuestra idea era fluir con la corriente y eso hicimos. No siento que hayamos sacrificado la exclusividad, quien quiera comprar las versiones de lujo, están ahí.