El despertar sexual está ocurriendo a lo largo de una industria en auge entre personas de 18 años o menos.
NYTSANTIAGO, Chile.- Apenas son poco más de las 5 p.m. en lo que solía ser uno de los países sexualmente más conservadores de América Latina, y la juventud de Chile ya está chocando y frotándose al compás de un reggaetón. En la disco Bar Urbano, jóvenes de 14 a 18 años de edad se están quitando la camisa, revelando sostenes, tatuaje y aretes en los pezones.
El lugar es una maraña de labios y lenguas y manos, todas tocando y explorando. Aproximadamente 800 adolescentes se contonean y saltan al ritmo de letras que les imploran: "Poncea! Poncea!"; esto es, sobarse lascivamente con todas las personas que puedan.
Y cachondearse es lo que hacen; con extraño tras extraño, en busca del honor de ser conocido como el “ponceo”, el que se empareja con la mayoría.
Chile, considerado desde hace ya largo tiempo atrás entre los países de mayor tradición social en Sudamérica, está chocando de frente contra esa reputación con sus precoces adolescentes. La juventud chilena está viviendo un periodo de exploración sexual que, aseguran académicos y funcionarios gubernamentales, no se parece a nada que el país haya presenciado en el pasado.
"La juventud de Chile claramente está teniendo relaciones sexuales a edades mas tempranas y poniendo a prueba los límites a través de su conducta sexual", notó el Dr. Ramiro Molina, el director del Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral del Adolescente.
El despertar sexual está ocurriendo a lo largo de una industria en auge entre personas de 18 años o menos, una explosión de conectividad a través de sitios en Internet como Fotolog, donde los jóvenes intercambian fotografías sugestivas de cada cual y organizan fiestas los fines de semana, algunas de las cuales han atraído a más de 4,500 adolescentes. Las redes en línea han envalentonado a los adolescentes para expresarse de formas que nunca eran tradicionales en la conservadora sociedad de Chile.
"No somos los hijos de la dictadura; somos los hijos de la democracia", dijo Michele Bravo, de 17 años de edad, en una fiesta efectuada en una tarde reciente. "Hay un espíritu de mucha mayor rebeldía entre los jóvenes actuales. Hay mucha más libertad de explorar todo".
Los padres y abuelos de los adolescentes actuales pelearon duro por darles estas libertades y por escapar de las épocas de quema de libros en la dictadura del General Augusto Pinochet. Pero, en un país que legalizó el divorcio apenas en 2004, el cual sigue teniendo una estricta prohibición sobre el aborto, la febril exploración sexual de la generación más joven está presentando nuevos desafíos para los padres de familia y para los educadores. La educación sexual en las escuelas públicas está muy a la zaga, y la tasa de embarazos entre jóvenes menores de 15 años ha estado aumentando, con base en datos del Ministerio de Salud.
De hecho, la sexualidad adolescente ha cambiado a lo largo de Latinoamérica, dijo Ramiro, y debajo de buena parte de la libertad recién hallada está un importante tema con el cual luchan sociedades a lo largo del mundo: la explosión de contenido explícito y redes sociales en Internet.
"Buena Nati"
La sociedad chilena fue sacudida el año pasado cuando un video de una adolescente de 14 años fue descubierto en un sitio de video-hosting en la Red. El episodio se convirtió en un escándalo nacional, suscitando acusaciones dirigidas a la escuela de la niña, al proveedor de Internet; y al parecer, a todos, menos los jóvenes que capturaron el acto en un teléfono celular y distribuyeron el video.
La estable economía de mercado en Chile ha contribuido a impulsar los cambios, fomentando un auge sin precedente en el gasto y crédito del consumidor en la historia del país. Chile se ha convertido en el mayor consumidor por persona de tecnología digital en América Latina, incluidos celulares, televisión por cable y cuentas de Internet de banda ancha, con base en estudio de la firma consultora Everis, en Santiago, y el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Navarra, en España.
Los chilenos están conectados a Internet en mayores porcentajes que otros sudamericanos, al tiempo que el mayor uso se da entre menores de seis a 17 años. Es ahí donde yace uno de los factores centrales de la exploración sexual que este país acaba de descubrir, dijo Miguel Arias, psicólogo y director de Divergente, empresa consultora en esta capital. Fotolog, red para compartir fotografías, creada en Estados Unidos, despegó en los últimos dos años en este país. Hoy día Chile, con 16 millones de habitantes, tiene 4.8 millones de cuentas Fotolog, más que cualquier otro país, asegura la empresa. Un vez más, los jóvenes de 12 a 17 años de edad representan más del 60 por ciento de las cuentas.
Promotores de fiestas recurren a Fotolog, así como al servicio de mensajería MSN Messenger, para organizar sus reuniones en fines de semana, invitando a estrellas de Fotolog —los usuarios más populares del sitio, con base en el número de comentarios que reciben— para que les ayuden a publicitar las fiestas y asistan como VIPs a sueldo.
Muchas de las personas que van a estas fiestas usan exclusivamente sus sobrenombres en línea, al tiempo que algunos de los eventos más salvajes están dominados por adolescentes que se hacen llamar los “Pokemones”, con sus múltiples perforaciones, cabello angular y planchado, y actitud indiferente.
Arias efectuó un estudio del fenómeno Footlog, escrutando los tipos de fotografías que los adolescentes están publicando, incluso los ángulos y distancias de las fotografías; todo lo cual forma parte de un lenguaje “identificable”, dijo. “Los chicos actuales están expresando su sexualidad en formas eróticas a los ojos del mundo entero”.
"Fiestas verspertinas"
Ese mundo en línea también se derrama a los parques y plazas de Santiago, así como las fiestas vespertinas, en las cuales los adolescentes van a descubrir el lado físico de sus coquetos digitales. En la disco Bar Urbano en una tarde de viernes, un joven de 17 años de edad, Claudio, bailaba con Francisca Durán, también de 17, a la cual acababa de conocer, y al poco rato se estaban besando y frotando sus cuerpos entre sí. Posaron ansiosamente para fotografías, chupándose el dedo del otro mientras Claudio ponía sus manos bajo la camiseta de la joven. A los pocos minutos, ellos se habían separado y él empezó a jugar con el cabello de otra chica. Al poco tiempo, ellos también se besaban apasionadamente. Claudio, quien se negó a proporcionar su apellido, se estuvo acariciando lascivamente y besando con al menos otras dos jóvenes esa noche.
“Antes, la gente se conocía, se enamoraba y empezaba a salir en serio aquí; en una fiesta actual, conoces como a tres personas y magreas con las tres”, dijo Mario Muñoz, de 20 años, el copropietario de Imperio Productions, que organiza algunas de las mayores fiestas de jóvenes de 18 años y menos.
“Hay muy pocos jóvenes en relaciones serias”, notó, observación compartida por algunos médicos que intentan reducir el embarazo adolescente en la localidad.
En un sábado reciente, aproximadamente 1,500 adolescentes llenaron el cavernoso Cadillac Club, otra disco en el centro, para el evento semanal de Imperio Productions. Los concurrentes a la fiesta, muchos de no más de 1.53 metros de estatura, se formaron en la barra para comprar Fanta de naranja y Sprite, usando gafas más grandes de su talla.
No hace mucho, Muñoz y su hermano Daniel eran adolescentes que asistían a este tipo de fiestas. Ahora, defienden sus fiestas como eventos buenos, limpios y divertidos. No se permite el alcohol, y tampoco se venden cigarros, aunque el tabaquismo entre los jóvenes reunidos en el Cadillac Club era abundante. Guardias de seguridad vigilan los baños y expulsan con regularidad a los varones cuyas caricias cruzan la línea; si las chicas se quejan.
Los hermanos Muñoz dijeron que los promotores de la fiesta sienten la presión de ser “más candentes” que sus competidores.
Eso incluye bailarines o bailarinas con escasa ropa; los espectáculos de desnudistas que se contienen justo lo suficiente para seguir siendo legales; aunado a nombres para las fiestas enfocadas a titilar, como “¨Qué harías en la oscuridad?” En esta noche, se interrumpió el baile para un concurso de “bofetadas” sobre el escenario en el que un joven, sacado de la multitud, fue vendado de los ojos y le detuvieron los brazos por detrás de la espalda. Una fila de muchachos y muchachas tomaron turnos para abofetearlo, con el golpe final propinado por un robusto DIJO que mandó al delgado joven volando a través del escenario. Mientras se sobaba el rostro enrojecido, el muchacho obtuvo su recompensa: la oportunidad de cachondearse a la chica de su preferencia en público, ante los alaridos de otros adolescentes.
“Todo empieza con el beso”; dijo Nicole Valenzuela, de 14 años de edad, en un descanso tras el baile en el Cadillac Club.
"Después del beso siguen las caricias, y después de eso, penetración y sexo oral", agregó. “Eso es lo que ocurre, a veces incluso en espacios públicos”.
Su madre, Danitza Geisel, terapeuta de 34 años de edad, dijo en una entrevista que a ella no le preocupaba que su hija asistiera a estas fiestas, y, expresando una opinión más bien contraria a los académicos de este lugar, ella dijo que la generación actual de adolescentes no era más promiscua que las anteriores. Empero, Geisel lamentó la escasez de educación sexual en Chile.
Los padres de familia de la mayoría de los adolescentes nunca recibieron una formal educación sexual. Los primeros programas de escuelas públicas en Chile fueron puestos en marcha a finales de los años sesenta. Pero después del golpe militar de 1973, el gobierno de Pinochet ordenó la destrucción de materiales de educación sexual y el conservadurismo moral echó raíces. No fue sino hasta 20 años después, en 1993m, que se introdujo un nuevo programa sexual en las escuelas. Incluso así, para el año 2005, 47 por ciento de los estudiantes dijo que estaba recibiendo educación sexual tan sólo una o dos veces por año, si es que la recibían. Y ahora, algunos educadores dicen que están luchando por mantenerse al paso de la avalancha de información e imágenes sexuales en Internet.
"Por supuesto que no estamos conformes con eso", dijo María de la Luz Silva, la directora de la unidad de educación sexual del Ministerio de Educación. Ella dijo que la explosión del acceso a Internet había creado una “tremenda brecha cultural” que estaba forzando los límites de educadores, pero agregó que el ministerio estaría poniendo en marcha un nuevo programa de educación sexual este año, a fin de “proteger” de mejor forma a los niños.
Por ahora, los adolescentes chilenos están tomando decisiones por cuenta propia.
“Esto tiene que ver con esta vida”, dijo Cynthia Arellano, de 14 años, después de la fiesta en el Bar Urbano. “Todo es baile, risa, cambiarle la letra a las canciones para darle un sentido obsceno”. Y con una risita en ascenso, ella dijo: “Bueno, ya es hora de ir a cachondear con otros muchachos”.