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“El Púgil”: una adictiva novela apocalíptica

Mike Wilson habla de su libro y explica por qué sus páginas son un verdadero mosaico de cultura pop pasada, presente y futura.

11 de Noviembre de 2008 | 09:49 | Alberto Rojas M.
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''El Púgil'', una novela tan inquietante como adictiva.

Editorial Forja, 2008

SANTIAGO.- "De pronto el viejo tintorero enloqueció… Era Akira era Kill Bill era Kwai Chang Cane era Kato era una fiera, era Bruce Banner emputecido con una espada samurai en mano. Major Tom apenas logró esquivar un sablazo que buscaba decapitarlo. Antes de que pudiera reaccionar, el japonés dio un salto, parecía correr por el aire, aterrizó del otro lado del laboratorio y asumió una pose familiar; mirada intensa, espada apuntando al cielo, directamente arriba de su cabeza, los brazos extendidos, el mango aferrado con las dos manos, piernas separadas y los pies bien plantados. Major Tom alzó el revólver. Estoy por matar a He-Man. Apretó el gatillo”.

Esto es sólo un fragmento del mundo que encierran las páginas de “El Púgil” (Editorial Forja, 2008), novela escrita por Mike Wilson Reginato (1974) que hoy (martes) a las 19:30 horas, será presentada en la Feria Internacional del Libro de Santiago por los escritores y críticos literarios Álvaro Bisama, Jorge Baradit y Francisco Ortega.

Wilson, profesor de Literatura en la Pontificia Universidad Católica de Chile —y en proceso de terminar su tesis doctoral para la Universidad de Cornell, en Ithaca (Nueva York)—, construyó una novela tan inquietante como adictiva. Un Buenos Aires apocalíptico, un boxeador derrotado en su última pelea, un refrigerador que desarrolla conciencia propia y una invasión alienígena son las principales coordenadas de esta narración catódica —camino a volverse de culto— en que se entrelazan el pasado y el futuro.

—En tu libro hay múltiples referencias cruzadas de la llamada “cultura de masas”: Cine, libros, cómics, música, etc. En tus palabras, ¿cuáles fueron tus referentes o fuentes de inspiración?

“Mientras escribía ‘El Púgil’, tenía en mente ciertas estéticas visuales de la cultura pop: desde la oscuridad y claustrofobia de películas como ‘Dark City’ de Alex Proyas y ‘Metrópolis’ de Fritz Lang, hasta la blancura desconcertante del cine de Kubrick, particularmente ‘2001, Odisea del Espacio’. De los cómics está presente la imagen de la ciudad desierta de ‘El Eternauta’ de H.G. Oesterheld, una novela gráfica en la que la población de Buenos Aires es obliterada por una invasión extraterrestre”.
“En otros casos, más que estética visual, la novela busca comunicar ciertos tonos, sean rasgos de melancolía perturbadora de cintas como ‘Donnie Darko’ e ‘Inteligencia Artificial’ o de novelas como ‘Los siete locos’ y ‘Los Lanzallamas’ de Roberto Arlt”.

“La música diría que también comparte ese propósito... (La novela) está plagada de Joy Division. En fin, un pastiche estético/tonal que, para mí, produce una bestia con su propia identidad mutante. Incluso, algunos de los mejores comentarios que he recibido vienen de lectores que no están muy familiarizados con las influencias que acabo de nombrar, y logran ver la novela de una manera distinta, un perspectiva más ‘descontaminada’, si es que tal cosa existe”.

—La figura de Orson Welles, o el supuesto clon de él, tiene una presencia muy importante en tu libro. ¿Por qué él y no otra figura?

“El protagonista de la novela, Art, es un boxeador fracasado y veterano de la Guerra de las Malvinas que comienza a dudar de su identidad y condición autoconsciente. Por lo previo, busca armarse un ‘yo’ sampleando artefactos de la nostalgia, sea el cine de culto, los juegos de Atari o los viejos radioteatros. La transmisión radial de ‘La Guerra de los Mundos’ de Orson Welles representa justamente la paranoia retrofuturista que de cierta manera parece consolarlo, como si fuera un sedante pop. En cierto momento Art tiene la esperanza de encontrar respuestas a través de un personaje llamado ‘el clon de Orson Welles’, pero las cosas no siempre resultan de la manera que él espera”.

—También hay varias referencias a la cinta “Inteligencia Artificial”, de Steven Spielberg. ¿Qué rescatas de ella? ¿La mano de Spielberg o la de Kubrick?

“Creo que me interesa más el simulacro de Kubrick, hay partes de la cinta en que Spielberg logra ser más Kubrick que Kubrick mismo, particularmente las primeras secuencias (del androide) en la casa con su ‘madre’ y la última secuencia, cuando se le otorga un último día con ella. Esos momentos encapsulan unos silencios cinematográficos increíbles”.

“También tengo cierta obsesión con imaginarme el contenido de las tiras de celuloide que no logran el ‘final cut’, de esas secuencias que salen como 10 ó 15 años después en alguna edición especial. ¿Qué le pasa a David después del final de la película, cuando tiene que lidiar con el cadáver de su madre que yace a su lado? ¿Realmente la ama, o simplemente está programado para simular el amor a la perfección?”.

—¿Cuánto tiempo demoraste en escribir el libro?

“Casi dos años. No es una novela larga, pero siempre escribo y reescribo en dosis de no más de una hora. Creo que es porque me siento más cómodo cuando escribo tarde, pasada la medianoche, después de un rato tengo que dormir algo, ¿no? En fin, quizás sea la razón por la cual no soy un escritor tremendamente prolífico”.

—Por último, ¿puedes adelantar algo de tu próximo proyecto? 

“Estoy trabajando, también en dosis, una novela sobre un guionista de cómics a quien le llega un dossier confidencial que revela el descubrimiento de un cadáver humano congelado en los hielos eternos de la Antártida. Inspirado por el hallazgo, él y una joven dibujante abandonan Santiago para instalarse en una base antártica con el fin de completar una novela gráfica apocalíptica. Mientras están en la base, durante los meses más oscuros de la noche polar, el cómic que guioniza se convierte en una suerte de artefacto profético... y ellos están varados en el fin del mundo”.

Página web: http://lastcitizen.blogspot.com/

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