NUEVA YORK.- Gracias a su abuelo, la escritora Isabel Allende se dedicó a la literatura. Gracias al maestro Gabriel García Márquez descubrió que existía la libertad para escribir de todo y de la manera en que uno quisiera.
A lo largo de su vida, marcada por el exilio, la autora se dio cuenta de que en América Latina la gente "tiene poca memoria": Llegado el caso "podría ocurrir que Pinochet, si estuviera vivo, fuera votado" para presidir Chile, señaló Allende en Nueva York, donde asistió el sábado a una de las representaciones basada en su primera y exitosa obra, "La casa de los espíritus" (1982), y que se puede ver en el teatro del Repertorio Español hasta el mes de agosto.
Dirigida por José Zayas y escrita por Caridad Svich, la adaptación teatral de la célebre obra, resumida en dos horas y media de emotiva función, hicieron saltar las lágrimas a Allende.
"Estoy muy emocionada y honrada, porque nunca pensé que una obra como ésta, que apenas tiene diálogo y que habla de varias generaciones, pudiera ser representada en el cine (la versión cinematográfica se hizo en 1993 con estrellas como Jeremy Irons o Meryl Strep) o en el teatro", señaló durante una conversación con el público tras la función. "Y en cambio se puede", añadió.
"En Londres se hizo años atrás una adaptación de seis horas y había más gente en el escenario que entre el público", comentó tras la obra bromeando y destacando la originalidad de la adaptación de Svich y Zayas, así como el hecho de que se hubiera podido resumir en poco más de dos horas y en un elenco reducido de personajes.
La historia de su novela
Allende recordó que "La casa de los espíritus" empezó como una carta a su abuelo materno, Agustín Llona, cuando supo que estaba gravemente enfermo: "Entonces yo trabajaba en un colegio durante 12 horas haciendo doble turno". "Empecé un 8 de enero a escribirle una carta con anécdotas", recordó: "La primera fue con un perro, Barrabás, que inicia la novela, y que tenían mis abuelos y que mi abuelo convirtió en una alfombra para mi abuela".
"Luego, al cabo de un año de escribir las cartas, y que hacía en la cocina de la casa por la noche cuando llegaba del trabajo, me di cuenta de que tenía 500 páginas escritas".
Así se creó la famosa novela en la que su abuelo tiene una marcada presencia a través del personaje de Esteban Trueba, el patriarca de la saga. "Cuando mi madre fue abandonada por mi padre yo tenía tres años. Vivimos con mi abuelo, que era vasco (...) A él le debo el escribir y la disciplina".
"No teníamos nada en común, él, tan conservador, y yo, que era feminista. Se tiraba de los pelos", bromeó. A pesar de ello, la férrea disciplina que le inculcó -como bañarse en agua fría o comer carne dura- la ayudó luego: "Decía que a la vida se venía a sufrir y que era dura y que si pasaba algo bueno era para celebrarlo (...) Así que todo lo que viene bueno lo celebro mucho".
La disciplina de su abuelo la ayudó a seguir una carrera de escritora que requiere gran dosis de autodisciplina. En parte por disciplina y también por superstición, al tener tanto éxito con "La casa de los espíritus" se marcó la fecha del 8 de enero para empezar también sus otras novelas.
Los primeros días de enero
El 8 de enero de este año empezó así una nueva dedicada a un episodio vivido por su madre. Allende explicó que no pudo "encontrar el tono de la obra", por lo que la dejó para dedicarse a escribir sólo "el esqueleto" y recomenzarla el 8 de enero de 2010.
A la vez empezó a escribir otro libro, del cual no quiso adelantar detalles. "Es como cuando tienes novio", explicó: "Cuando lo tienes, mejor no hablar de él si no quieres que te lo quiten".
Allende rechaza que la encasillen en un género determinado: "Hay novelas que requieren realismo mágico y otras no". "Si hablo de la biografía de mi marido, Willie Gordon, un gringo nacido en Los Ángeles, pues no cabe nada de realismo". "Cada libro tiene su tono".
Conocedora de la realidad de América Latina, y sobrina del presidente de Chile
Salvador Allende, apunta: "En América Latina hay poca memoria histórica (...) Tenemos ese caudillismo y ese régimen dinástico".
"Si Pinochet estuviera vivo podría ocurrir que fuera votado por el pueblo", dice Allende, quien, aparte de su abuelo, invoca al escritor colombiano Gabriel García Márquez como el "hito de la literatura de América Latina" y quien le descubrió "la libertad total para explicar todo y de la manera que se quisiera."