La mexicana de novia y acuchillada. El segmento más particular de un curioso show.
Juan Eduardo LópezVIÑA DEL MAR.- En algún minuto, Anahí Puente figuró como posible víctima del público de la Quinta Vergara, luego de que el grueso de las audiencias apenas ubicara su figura y sus canciones, tras el fin de su antigua agrupación, RBD.
Sin embargo, esos augurios parecieron esfumarse esta semana, cuando la mexicana se transformó en uno de los personajes más curiosos y llamativos que dan vueltas por Viña del Mar. No sólo por su histrionismo y entusiasmo desbordante, sino también por el contingente de radicales fanáticos que la esperan a la salida del hotel, con gritos y pancartas.
En gran medida ellos mismos, y posiblemente el arraigo que algunas de las canciones de RBD todavía mantienen en el oído promedio, permitieron que la cantante saliera con vida de la Quinta Vergara, en una presentación que llevó esa curiosidad del personaje al borde lo freak, y que la hizo correr más de un riesgo.
Chillona como quinceañera, y con desafinaciones y desentonaciones más que recurrentes en su performance, la mexicana logró recibir el saludo cálido del público en su salida con "Mi delirio" -un pop ochentero y sensual, que da cuenta del perfil que busca cultivar-, y mantener esa receptividad en el segmento que dedicó a RBD (con "Sálvame" y con un medley), pese a que fue allí cuando sus ripios vocales aparecieron en su mayor magnitud.
Pero su aguda locuacidad y sus evidentes limitaciones parecieron ir minando de a poco la paciencia del grueso del público, que colmó su cuota de tolerancia hacia la mexicana con su versión de "Él me mintió", original de Amanda Miguel.
Más gritona que nunca, vestida de novia, con cuchillazos y hemorragias en la espalda que se revelaron al final de la interpretación, las miradas variaron de la simpatía inicial a algo similar a la incomprensión. Sus fanáticos seguían pidiéndola, pero la mayor parte de los espectadores respondió con un sonoro "¡no!" cuando Felipe Camiroaga preguntó si querían una canción más.
El animador debió entonces aplicar marcha atrás, justo antes de que esa negativa se volcara en contra de la misma cantante, quien se fue del escenario sin trofeos, pero de pie. Y con eso, por ahora tendría que darse por más que pagada.