La cantante vuelve a presentarse hoy a las 21.00 horas en el Teatro Nescafé de las Artes, de calle Manuel Montt 032 en la capital (236 3333).
EFESANTIAGO.- Un adulto más o menos joven preguntaba a su compañero casual de butaca por el nombre de cada canción de los discos más desconocidos de la cantante. Y al mismo tiempo un gran segmento de gente ovacionó la presencia de Steve Shelley, el baterista de la histórica banda de rock alternativa neoyorquina Sonic Youth.
La cantante española Christina Rosenvinge convocó por igual a la audiencia más experta y al público que sólo conoce las canciones de su popular disco "Que me parta un rayo" (1992), pero por sobre todo hizo felices a todos anoche en su regreso a Chile.
El asunto más formal era tocar por primera vez en vivo la música de su disco reciente, "Tu labio superior" (2008). Pero el concierto superó con creces ese propósito. Después de más de dos décadas de ausencia, era mucha la música que había pendiente para mostrar, y un Teatro Nescafé de las Artes colmado de gente era la mejor contrapartida para hacerlo.
Entre la guitarra eléctrica, algo de piano y su voz solista, Christina Rosenvinge fue desgranando de ese modo novedades de 2008 como "Nadie como tú" en paralelo a melodías como el eco suave de Velvet Underground que se oye en "King size", una canción de su trilogía de discos neoyorquinos grabados entre 2001 y 2006.
Esa estada neoyorquina es la que posibilita el privilegio de tener en Santiago al citado baterista de Sonic Youth como parte de su banda, encargado de tocar además los mismos éxitos pop que Christina Rosenvinge vino a cantar a comienzos de los '90 al Festival de Viña, cuando su nombre completo era Christina y los Subterráneos.
Y en esos cruces está lo mejor del concierto: consciente de su historia de larga data con la audiencia chilena, la cantante mimó al público con guiños al '92 que fueron apareciendo paulatinos en el repertorio como "Señorita", "Alguien que cuide de mí" y "Voy en un coche", ovacionados a coro.
Ella había dicho que "Tu labio superior", de 2008, es de algún modo un encuentro con "Que me parta un rayo", de 1992, ahora que está de vuelta en Madrid y en las canciones en español.
Y su show en Santiago fue una muestra clara de eso. Cada vez que tocó sus hits con los Subterráneos la cantante puso al día la inocencia de entonces con un sonido más maduro afín a su estilo actual, bien representado en canciones nuevas como las estupendas "El puñal y la memoria" o "La distancia adecuada".
Casi al cierre el regalo fue una de esas melodías del '92, "Mil pedazos", una balada que entonces era de guitarra acústica y ahora es de piano, y que que fue el mejor puente entre todas las edades y todas las audiencias de Christina Rosenvinge.