MAR DEL PLATA.- José de San Martín era un hombre colérico, de fuerte acento español, que vivía aterrorizado por la posibilidad de tener traidores entre sus tropas y no montaba un caballo blanco, sino una mula: esa es al menos la versión que se pudo ver ayer en el preestreno mundial de
"Revolución - El cruce de los Andes" en el Festival de Cine de Mar del Plata.
El film, con Rodrigo de la Serna ("Diarios de motocicleta") en el papel del general que luchó por las independencias de Chile, Argentina y Perú, se estrena el 6 de abril y forma parte del proyecto internacional "Libertadores", que se propone llevar al celuloide
las vidas de héroes de la independencia latinoamericana y del cual ya se presentaron la mexicana "Hidalgo" y la cubana "El ojo del canario", sobre José Martí.
"La revolución puede imponerse de una sola forma: la guerra", afirma a modo de introducción una voz en off apenas iniciado el film, que no pretende ser un biografía completa del Libertador sino que se centra en el cruce de los Andes emprendido por el general hacia Chile para enfrentar a las tropas realistas leales a la Corona española y termina con la decisiva Batalla de Chacabuco, clave para la independencia de Chile.
La historia comienza en 1880 y es contada a través de un personaje ficticio, Manuel Esteban de Corvalán, quien a los 15 años integró el Ejército que cruzó los Andes -primero como amanuense, luego como soldado- y que, ya de anciano, es entrevistado por un joven periodista que, poco antes de la llegada de los restos mortales del general desde Francia, quiere un testimonio de primera mano sobre el Libertador.
El rodaje, liderado por el joven director Leandro Ipiña, se realizó principalmente en la localidad de Barreal, un pequeño pueblo de montaña ubicado al pie de la cordillera, en la provincia de San Juan (aunque San Martín cruzó históricamente por Mendoza) y contó con un equipo de filmación de más de 100 personas y 1.400 extras.
"Este tipo de personajes tiene una vida gigantesca, con millones de aristas, por lo que uno está obligado a hacer una selección sin perder la totalidad", explicó su director, Leandro Ipiña, quien contó que una de las ideas rectoras de la película fue "bajar del bronce" al prócer de las independencias de Argentina, Chile y Perú. "Está bueno que el general trastabille cada tanto", agregó.
Es así como los espectadores podrán ver a un San Martín matero, fumador, al que le gustaba jugar al ajedrez durante la campaña, y que tomaba láudano y opio para paliar los fuertes dolores que le causaba su úlcera. Pero también a un hombre enérgico, estricto, obstinado y algo paranoico que temía ser traicionado y desconfiaba de casi todos. Y con un fuerte acento español, algo que podría no gustarle a los más nacionalistas. Pero la realidad es que San Martín nació en el Virreinato del Río de la Plata y partió con apenas ocho años a España, donde se formó militarmente y pasó gran parte de su vida.
La película también hace especial hincapié en la alta presencia de afroamericanos e indígenas entre las tropas del general, algo que, según su protagonista, Rodrigo de la Serna, es clave en estos momentos en que Argentina "está debatiendo su identidad y construyendo relaciones reales con países como Brasil, Uruguay, Venezuela, Ecuador y Chile".
"La identidad argentina es una de las más ricas y complejas de América Latina, pero nos ha sido negada. Tuvimos genios militares como (los ex presidentes del siglo XIX) Bartolomé Mitre o Domingo Faustino Sarmiento, pero que nos negaron nuestra herencia africana e indígena", apuntó. "Proyectos como este, donde todo fue grandote y emocionante, se dan pocas veces, por eso creo que es mágico poder plantear esta película en esta coyuntura". agregó.
"Yo personalmente estoy cansado de escuchar que los argentinos descendemos de los barcos", dijo por su parte Ipiña. "Sí, también bajaron de los barcos, pero hubo otros antes".