SANTIAGO.- Se llamaba "Pop Festival" y el cartel lucía otros cuatro nombres además del de Shakira, pero lo cierto es que la jornada que esta noche culminó en el Estadio Nacional era absolutamente por y para la colombiana.
Ello ya quedó demostrado en el interés que la primera parte del evento despertó en el público, y se ratificó con la aparición de la cantante, quien llevó al primer desborde entre los asistentes, que para las 22:05 horas —35 minutos después de lo anunciado— superaban las 40 mil personas.
Tras ofrecer una tardía conferencia de prensa , reunirse con fans, y sostener citas privadas con Rodolfo "Shakiro" Burgos y con la alcaldesa de Viña del Mar, Virginia Reginato, la colombiana se dejó ver ante el público del Nacional desde la misma cancha, circulando por el pasillo que divide al sector general del vip.
Por allí, rodeada de guardias y envuelta en velos rosados, la cantante avanzó hacia el escenario, interpretando el tema "Pienso en ti" y estrechando la mano que se le pusiera por delante.
Pero el cálculo ya lo tiene adquirido a lo largo de su tour "Sale el sol", por lo que a paso lento culminó el recorrido justo cuando la canción ya expiraba, para dar paso a la agitada "Años luz", y ya desprendida del envoltorio rosa.
Con sorpresivo tono rockero imperando en buena parte del concierto, de la mano de una colorida banda de ocho músicos, Shakira se paseó principalmente por los éxitos que le han dado fama mundial, en desmedro de los de su primera etapa como latina emergente.
Es parte de asumir el estatus definitivo que la colombiana alcanzó, y que en su última visita de 2006, cuando también llenó el Nacional, aún estaba en desarrollo. Hoy, en cambio, el nombre de Shakira es uno que puede ponerse sin problemas al lado del de Beyoncé o Britney Spears, y el repertorio de esta noche es prueba de ello.
Desde "La tortura" hasta "Hips don't lie", pasando por "Loba" y finalizando con "Waka waka", se ve la marca del éxito global, lo que en infraestructura sólo fue correspondido por una enorme pantalla LED de alta definición en el fondo del escenario.
El resto corrió por cuenta de la colombiana y de los suyos: Ensamble y diversidad entre los músicos; cuotas de rock, dance, mestizaje y sonidos urbanos; alguna salida de madre (la particular versión andina de "Nothing else matters", de Metallica) y, por supuesto, altas dosis de sensualidad.
Todos valores que aprecia un público heterogéneo como pocos, y que tal vez ni recuerde a la morena de Viña 93 —hito al que la cantante aludió asegurando que en este país "prácticamente comencé mi carrera"—, pero que hoy demostró que, de un tiempo a esta parte, sólo encuentra espacios para multiplicarse.