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Muerte de Leonora Carrington supone "el fin" del surrealismo según poeta mexicano

La pintora y escultora era la última figura viva de la generación de los años '20 que buscaba la belleza más allá de la lógica y los comportamientos lineales.

26 de Mayo de 2011 | 18:00 | EFE
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Una joven Leonora Carrington en su taller.

El Mercurio
CIUDAD DE MÉXICO.- La muerte de la pintora y escultora británico-mexicana Leonora Carrington, que pasó sus últimos días feliz y sola en compañía de su mascota, supone “el fin” del movimiento surrealista, dijo hoy el poeta mexicano Homero Aridjis.

"Con ella muere una madre, una abuela, una amiga, una leyenda y una época del arte que, sin sus sueños y sus emociones, es una llama extinta”, aseguró el también activista ambiental, periodista y gran amigo de la Premio Nacional de las Artes 2005, que falleció ayer a los 94 años a causa de una neumonía en Ciudad de México.

Leonora Carrington se introdujo en el mundo surrealista de la mano de quien fue su pareja sentimental, el artista alemán Max Ernst (1891-1976), y llegó a México en 1942 casada con el poeta y diplomático mexicano Renato Leduc.

Remedios y Frida: sus amigas artistas

Ahí conoció a las también pintoras Remedios Varo y Frida Kahlo, con las que conformó la tríada de surrealistas que, inmersa en un México “de mucha tolerancia y libertad, que dio cobijo a millones de exiliados europeos”, encontró cabida para plasmar en el arte sus fantasías y sus sueños, explicó Aridjis.

El pasado 6 de abril Carrington celebró, junto a su gran amigo y doctor Isaac Masri, sus 94 años con la inauguración de una exposición conjunta en la que se dieron a conocer diez de sus esculturas de bronce más recientes inspiradas en sus seres fantásticos y en su amor por los animales y la naturaleza.

Ese día Carrington hizo su última aparición ante los medios, lo que supuso para la prensa todo un acontecimiento debido a que fueron contadas las veces en que la artista se expuso ante los reflectores. "Simplemente lo odiaba, ella era feliz sola en su casa junto a su último gran amor: su perrita Yeti,” contó entre risas Aridjis.

Yeti, una maltés blanca, fue un regalo de Masri y se convirtió, después de la muerte de su segundo esposo -el fotógrafo húngaro Emerico Weisz-, en la fiel compañera de Carrington. Según cuenta Aridjis, Leonora Carrington no se movía sin su mascota y menos aún se dejaba retratar sin ella, pues Yeti era la representante de todos esos animales a los que la artista tanto amó.

Abajo y abajo: sus peores años

"Un día, cuando veíamos tanta desgracia en las noticias, Leonora me volteó a ver y me dijo: ’Amo más a los animales cada día, ellos no tienen maldad’,” dijo el escritor. Leonora Carrington nació en Chorley (Inglaterra) el 6 de abril de 1917 y muy joven escapó del lado de sus padres para iniciar sus estudios en la Chelsea School of Arts y la Academia Ozenfant de Londres.

A inicios de la década de los '40 huyó a Santander, España, y tras sufrir un colapso nervioso fue internada por su familia en el manicomio Abajo, en donde escribió el libro “Memorias de Abajo”. Tiempo después llegó a Lisboa (Portugal) y allí conoció a Leduc, con quien viajó a Nueva York para después mudarse a México, país que hoy honra su muerte. Entre sus obras más representativas están las pinturas “La giganta”, “Laberinto”, “El juglar” y “Quería ser pájaro” y las esculturas “Los cocodrilos” y “Barca con changos”.

"Hasta en sus últimos días quiso ser muy independiente, caminaba, despacito, pero caminaba, y como toda una inglesa ella servía siempre a las cinco el té,” concluyó Homero Aridjis.
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