SANTIAGO.- La ministra en visita Eliana Ayala, quien investiga los nueve crímenes en serie del sicópata de Alto Hospicio, anunció que cerrará el sumario próximamente, ya que -según aclaró- "faltan algunas diligencias que tengo pendientes, pero yo creo que el sumario lo voy a cerrar luego. Con las diligencias que tengo ya estaría agotada mi investigación".
La magistrada expresó que la inspección ocular realizada el sábado en Iquique sirvió para que aclarara las dudas que aún tenía.
El último punto de ese recorrido fue el sector costero, donde en septiembre de 1998 se encontró el cuerpo de Graciela Saravia, entre cuyos restos había un colgante con la insignia del equipo de fútbol de Universidad de Chile, considerada pieza clave para la identificación del autor de las muertes de las nueve víctimas.
La reconstitución de los nueve crímenes cometidos por el llamado homicida múltiple de Alto Hospicio, el taxista de 38 años Julio Pérez Silva se efectuó el sábado pasado en medio de reclamos de parientes de las víctimas y sin que el autor de las muertes demostrara arrepentimiento alguno.
La ministra Ayala encabezó las diligencias realizadas en siete puntos específicos, en los que habían sido encontrados los restos de las escolares y mujeres ultimadas, para concluir cinco horas más tarde en la playa de Chanavayita, cerca del puerto de Patillos, 50 kilómetros al sur de Iquique.
El procesado vestía de negro, cubierto con un chaleco amarillo sin mangas con una letra G en la espalda. Lo escoltaban efectivos de Gendarmería armados, además de personal de Investigaciones y Carabineros, estimándose en cerca de 300 el total de efectivos participantes.
Permanentemente esposado y mostrando extrema frialdad, en un momento se le vio atado con cuerdas, al llegar hasta el pique de Huantajaya, donde fueron encontrados los cadáveres de las estudiantes Macarena Sánchez, Laura Zola y Patricia Palma.
Se explicó que ello se debió a una precaución, ante la eventualidad de que optara por lanzarse al vacío, dentro del pique de 160 metros de profundidad.
En general, la diligencia se cumplió con normalidad, aun cuando varios familiares de las víctimas, también presentes, increparon de viva voz y a distancia al homicida, deseándole se pudriera en la cárcel.