SANTIAGO.- El ministro Mario Garrido Montt fue elegido como nuevo presidente de la Corte Suprema, quien encabezará el Poder Judicial por dos anos.
Mario Garrido fue elegido por 13 votos, contra cinco de Marcos Libedinsky, uno de Servando Jordán y uno de don José Benquis.
Hubo un acuerdo tácito entre sus pares de elegirlo y con el apoyo de su principal contendor, Marcos Libedinsky, la segunda antigüedad. Libedinsky sabe que no tiene apuro por llegar a la presidencia y que será el sucesor de Garrido. Le dejó el paso libre.
Garrido cumple 75 años en marzo próximo. Es decir, estando a un paso de salir del máximo tribunal por la disposición de la Constitución que así lo establece, será el primero en acogerse a la reforma de la misma, que permite que un ministro elegido presidente pueda cumplir el período de dos años en el cargo, aunque sobrepase la edad límite.
Su elección contempla muchas variables. La primera es que la Corte Suprema quiere superar los traumas de los dos recambios anteriores, en que se violó la tradición de designar al ministro de mayor antigüedad.
El ministro Osvaldo Faúndez fue "pasado a llevar" dos veces por sus pares. La primera, cuando se eligió a Roberto Dávila y la segunda, con el actual presidente, Hernán Álvarez. Faúndez debió pagar así el haber liderado la oposición a la reforma procesal penal y su cercanía con el gobierno militar, que lo designó.
Curiosamente, tanto Garrido como Libedinsky rompieron la tradición de respetar la antigüedad las dos veces en que se postergó al ministro Faúndez.
Juez de los cambios
Hernán Álvarez y Servando Jordán son los últimos que quedan nominados bajo el mandato del general Pinochet.
Mario Garrido y Marcos Libedinsky, en cambio, fueron los dos primeros ministros que nombró Patricio Aylwin, en agosto y septiembre respectivamente, de 1992.
A ambos, sin embargo, se les reconoce su independencia y no podría decirse con certeza que sean incondicionales de la Concertación. Incluso, Garrido estuvo entre los ministros que firmaron el voto de mayoría que acordó cesar en el cargo de juez árbitro a la presidenta del Consejo de Defensa del Estado, Clara Szczaranski, en un litigio entre dos empresas mineras.
La independencia no es algo menor hoy día. El actual presidente Álvarez, le ha hecho dos "parelés" al Gobierno en los últimos meses. En octubre, junto al pleno, acusó al ministro del Interior José Miguel Insulza de "intromisión indebida", luego de que éste criticara que el poder judicial no había asumido su responsabilidad en la ineficiencia con que se había investigado la tragedia de Alto Hospicio.
Y un mes antes, en septiembre, la máxima autoridad judicial abordó severamente las críticas del Presidente Lagos al fallo de la Corte Suprema que prohibió la píldora del día después, advirtiéndole que ese tipo de conductas atenta contra la separación de los poderes, la independencia del Poder Judicial y el estado de Derecho.
Nada indica que Garrido emule al actual presidente en el arrojo con que lleva al pleno los temas espinudos frente al Gobierno. Por el contrario, es descrito como un hombre que se refugia más en lo intelectual y elude la confrontación.
No se advierte que pueda tener problemas en el todavía delicado tema de los derechos humanos. A lo largo de su carrera ha mostrado en sus fallos un especial cuidado por conciliar el respeto a los derechos humanos con las leyes vigentes.
Una actuación similar ha demostrado Marcos Libedinsky.
El currículo de Mario Garrido es extenso. En el Congreso se le reconoce su capacidad negociadora, pues supo transmitir los reparos del máximo tribunal a algunos aspectos de la reforma procesal penal, sin hacer fracasar los cambios que se aprobaron a la justicia.
Su apoyo a la reforma tampoco lo ha convertido en su defensor incondicional. Por el contrario, hoy cuando el nuevo sistema ya es realidad en cinco regiones, ha levantado nuevamente su voz para hacer ver algunas cosas que no marchan bien.
Por ejemplo, ha destacado la falencia en la persecución de los delitos considerados menores, pero que afectan en mayor medida la sensación de seguridad de las personas.
Es, además, integrante de la 4ª Sala de la Corte de Apelaciones (la civil), junto con María Antonia Morales y José Benquis; es presidente del Tribunal Calificador de Elecciones, organismo que tendrá a su cargo dar la última palabra en las recientes parlamentarias y también integra el Consejo de Ética de los Medios de Comunicación. Por último, fue designado por la Corte Suprema para representarla en el Consejo Superior de Educación.
Garrido cuenta también con el apoyo de Hernán Alvarez, aunque su candidato preferido era Libedinsky. Para Álvarez, sin embargo, no hay problemas en que ahora asuma el ministro Garrido y luego Libedinsky, pues es cuestión de dos años, tiempo que no marca gran diferencia.