SANTIAGO.- La diputada de Renovación Nacional, Karla Rubilar, se refirió a la polémica suscitada por la presión que ejerció el Gobierno sobre dos cadenas de farmacias para que vendieran la píldora del día después.
En este contexto, la legisladora expresó que la controversia que genera el fármaco se debe a “que este debate tiene mucho que ver con la persona humana, y por ende tiene un tema valórico de por medio. Pero yo personalmente como médico soy una convencida de que la píldora no es abortiva, he leído los estudios, he leído a las grandes personas, a los grandes expertos dedicados a medicina reproductiva que han dicho en todos los tonos posibles que no lo es".
En entrevista con Más Canal 22, la parlamentaria sostuvo que a pesar de su argumentación anterior “claramente hay personas que pueden tener dudas de eso y frente a esto está su libertad de conciencia de decidir si la adquieren o no dentro de sus valores, lo importante es que este disponible para la gente para poder acceder a ella".
Rubilar indicó que su mayor diferencia con el Ejecutivo respecto a este tema se centra “en la forma en que el Estado está imponiendo esta situación (...) lo que pasa es que para que haya que obligar a las farmacias a que tengan un medicamento hay que ingresarla dentro de un decreto, por lo que lo ideal sería ingresarlo a través de la ley, ya que ésta es la única forma de obligar a los sujetos a hacer cosas por las cuales no están de acuerdo, no hay otra forma".
En esta misma línea, la diputada agregó que “se ingresa entre gallos y medianoche una obligatoriedad para las farmacias, eso es lo que una discrepa, porque como Estado tiene la razón de ser de decir que es una píldora que tiene que estar al acceso. Está en los consultorios, está en los hospitales y hay farmacias que las despachan. Pero otra cosa es que el Estado quiera imponer totalitariamente y autoritariamente que las farmacias tengan que despachar esta píldora, yo creo que ese es un concepto errado".
Finalmente, Karla Rubilar señaló que el “ministerio (de Salud) se sobregiró", puesto que “una cosa era permitir la libertad que dentro de las conciencias de las personas accedieran a la píldora en los consultorios en los hospitales como política de Estado y en las farmacias que quisieran venderla. Otra cosa muy diferente es tratar de intervenir por medio de decreto, no por medio de ley, no en los lugares que corresponde a que las farmacias tuvieran que venderlas".