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Venusterios: El derecho a tener sexo en la cárcel

La clave para obtener el beneficio de visita íntima es el buen comportamiento y lo más valorado por los reos e internas que acceden a él es la intimidad que les otorga.

31 de Marzo de 2008 | 09:43 | Ximena Pérez G., El Mercurio Online

SANTIAGO.- Seis habitaciones de madera, cubrecamas con juveniles estampados en cada cama, lámparas, arreglos florales, relojes de pared: un acogedor panorama que se esconde tras una tosca puerta de fierro y los viejos muros del Centro Penitenciario Femenino (CPF) de Santiago.


Son los dormitorios del venusterio de dicho penal, un recinto con habitaciones especialmente destinadas a que las personas presas intimen con su pareja visitante.


En el del CPF de Santiago se siente el toque femenino. Las internas, ayudadas por algunas de sus gendarmes, han decorado el recinto especialmente acondicionado para que las mujeres condenadas hagan uso del beneficio, que está contemplado en el reglamento de Gendarmería para la población penitenciaria que cumpla con determinados requisitos.


"Todos los meses siempre le preparo algo diferente, lo espero aquí, siempre con cosas distintas. Siempre traigo cositas, velitas", cuenta Kathy (33), una de las 30 reclusas que dos veces al mes ocupa una de las habitaciones del venusterio del CPF.


Allí tienen relaciones sexuales, y también absoluta privacidad. "Aquí uno puede conversar cosas que en la visita no se puede", asegura Anicett (26), quien lleva diez meses detenida por microtráfico y hace cuatro que accede al beneficio de las visitas íntimas, un derecho y un privilegio al que sólo acceden quienes tengan buena o muy buena conducta.


En los dos años que Kathy lleva asistiendo al venusterio, sólo ha sido privada del beneficio en una oportunidad. "Una vez por un problema que tuve estuve tres meses (sin venusterio), pero ahí empecé a trabajar haciendo aseo y luchando para que me los devolvieran", relata la mujer, quien está condenada a cinco años y un día de presidio por tráfico.


Su marido, al igual que ella, fue detenido hace tres años y cada 15 días lo trasladan desde la cárcel de San Miguel hasta el CPF para encontrarse con Kathy, quien reconoce que cuida en extremo su comportamiento, al igual que todas las internas que postulan y son beneficiadas con la visita íntima.


Es que más allá del necesario encuentro con sus parejas, el acogedor entorno del venusterio y la posibilidad de tener tres horas (el tiempo que pueden permanecer en la habitación) sin vigilancia ni interrupciones, para ellas es un premio y una vía de escape a la rutina.


En Santiago Uno


Aunque el entorno es bastante más rústico que el del CPF de Santiago, en el moderno penal Santiago Uno los varones tienen un edificio de cuatro pisos y 28 celdas exclusivamente destinadas a las visitas íntimas.


En promedio 600 imputados hacen uso mensualmente del beneficio, según comenta el teniente George Soto Olmos, alcaide segundo de Santiago Uno, quien reconoce que es notorio el esfuerzo que hacen quienes utilizan el sistema por mantener su buena conducta y evidentes también los beneficios la visita íntima les reporta.


"(Los internos) bajan sus niveles de angustia, de agresividad, se fortalece el vínculo con la pareja y satisfacen sus necesidades propias", afirma el teniente Soto.


En Santiago Uno, la visita mensual a la que tienen derecho los internos dura tres horas, durante las cuales los reos permanecen en absoluta privacidad en las habitaciones del venusterio. Incluso pueden llevar sus equipos de música.


"Es bueno, porque puedes conversar las cosas que se pueden hablar cuando no está la familia, cuando no está la mamá presente", dice Andrea (20), cuya pareja está imputada por robo con intimidación y accedió al beneficio.


Por el mismo delito está imputado el esposo de Marcela (28), quien si bien preferiría poder reunirse con él en el venusterio más de una vez al mes, agradece la instancia que le permite tener "privacidad" con su marido.


"Es mejor que en otras cárceles, hay camas, es más privado", reconoce la mujer, comparando el sistema de Santiago Uno con otros mucho más "artesanales", como el de los "camaros" de la Ex Penitenciaría, donde las camas son reemplazadas por colchonetas y los muros por frazadas con las que los reos intentan armar una especie de carpa para resguardar mínimamente su intimidad.

En las cárceles, habitación especial en que las personas presas tienen relaciones sexuales con la pareja visitante.

El sistema de venusterios se rige por el reglamento de Gendarmería de Chile que establece las normas mínimas de visitas íntimas, pero cada unidad penal las acondiciona de acuerdo a su infraestructura, horarios y población, entre otros factores.

En los penales que tienen espacios dedicados a visitas íntimas -algunos no pueden establecerlos por falta de infraestructura- los internos o internas tienen derecho a postular una vez que lleven al menos dos meses de reclusión, para poder monitorear su comportamiento.

Junto con el requisito de buena o muy buena conducta, a los imputados se les exige tener una pareja estable, lo que pueden acreditar con una libreta de matrimonio, certificado de nacimiento de hijos (en caso que los tengan), o en entrevistas que tanto ellos como sus parejas deben realizar con un asistente social.

Quienes califiquen para obtener el beneficio de la visita íntima lo mantendrán mientras permanezcan detenidos, a no ser que cometan alguna falta conductual.

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