SANTIAGO.- A 483 kilómetros de Lima, en medio de la Cordillera de Los Andes peruana, está el pueblo de Caraz. Tiene poco más de 13 mil habitantes y entre los turistas que recorren habitualmente sus calles se mezclan mujeres que todavía utilizan la vestimenta tradicional de sus antepasados, para acudir al mercado e intercambiar productos que traen desde cerros cercanos.
Desde mediados de los '80 y hasta principio de los '90 un insólito suceso hizo que los habitantes de Caraz miraran con especial atención todo lo que sucedía en Chile. Durante varios años la señal del Televisión Nacional llegó casi con exclusividad al pueblo y sus programas se transformaron en una de las principales fuentes de entretención de los caracinos.
"En Caraz sólo se veía Televisión Nacional del Perú, pero con muchos problemas de señal, entonces un alcalde decidió poner unas parabólicas con el objetivo de captar canales extranjeros, pero sólo consiguió transmitir Televisión Nacional de Chile. A veces había otros, pero finalmente nos quedamos con TVN", relata Luis Rojas, quien a finales de los 80 estudiaba en el colegio local y junto a sus compañeros era un fiel televidente de programas como Cachureos y el Festival de la Una.
Gracias a la inversión realizada por el municipio local, uno de los principales pasatiempos que tenían los poco más de 8.000 habitantes de Caraz en esa época era ver los programas del canal nacional. Vibraban con las campañas de Colo Colo, se informaban con el noticiero 60 minutos y veían las teleseries de la época.
"Todos seguíamos los partidos de fútbol de Colo Colo, Cobreloa y Universidad de Chile. A mí me gustaba Cachureos y recuerdo que vimos telenovelas como Mi nombre es Lara y La Villa”, relata Luis, quien aún vive en el pueblo y se dedica al negocio turístico.
La televisión también modificó la manera en que Luis y sus compañeros se entretenían en el colegio. "En ese tiempo daban un programa que incluía un juego que se llamaba 'Rocangol' y lo jugábamos en los recreos, por eso dejamos el fútbol de lado", recuerda.
Marcas como Soprole, Capel y los jeans Parada 111 comenzaron a ser populares entre los habitantes del pueblo, incluso muchos los buscaban sin éxito en los negocios locales.
Luis recuerda que la popularidad de los productos chilenos llegó a niveles tan altos que influyó en la elección del destino del viaje de estudios de su curso. "Nuestro viaje de promoción fue a Tacna porque queríamos ir a la frontera con Chile y comprar las cosas que salían en televisión. Nos llamaba mucho la atención lo que veíamos en Chile", cuenta.
Haren Montes, quien era compañero de colegio de Luis, también recuerda la época en que la televisión chilena marcó a su pueblo. "Prácticamente fuimos chilenos por seis o siete años" y agrega que "todos los días, nosotros chibolos, esperábamos que fueran las seis y media de la tarde para ver las novelas".
Una historia que Harem recuerda con nostalgia es cuando por su trabajo tuvo que abordar un barco en que el capitán era chileno.
"Yo estaba trabajando en ese tiempo en pesca y me subí a un barco en que el capitán era chileno y tenía el mapa de su país en la oficina. Entonces me puse a leer los nombres y en la parte de abajo había unas islitas y decía Chiloé, en ese momento el capitán me dijo que si pronunciaba bien ese nombre me pagaba la entrada a la discoteca y los tragos de la noche, porque nadie en el barco podía pronunciar bien la palabra. Le respondí Chiloé, así que gané la apuesta gracias a que habíamos visto televisión chilena", relata.
La señal nacional estuvo disponible por varios años en el pueblo peruano, hasta que, según recuerda Luis, a principios de los '90 llegó al lugar un oficial retirado del ejército peruano, quien, molesto por la popularidad de TVN, denunció a las autoridades que los habitantes de Caraz "se estaban chilenizando". Tras ello, al municipio interrumpió la señal e hizo las gestiones para que canales peruanos llegaran a la zona.
Actualmente, los conocimientos que adquirieron los habitantes de Caraz gracias a las largas horas que pasaron frente al televisor, les permite impresionar a los turistas chilenos con historias típicas de la cultura pop nacional, pero relatadas eso sí con acento peruano.