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Familias de mineros: "Gracias a Dios y a los trabajadores que ayudan en el rescate"

Cuando la perforadora T-130 hizo contacto con los atrapados, sus parientes corrieron al cerro donde están las 32 banderas chilenas y una boliviana para agradecer por lo que consideran un "milagro".

09 de Octubre de 2010 | 08:55 | Por Leonardo Núñez, enviado especial a Copiapó
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Reuters

COPIAPÓ.- Minutos después de que la perforadora T-130 rompiera fondo, alcanzando a los 33 mineros atrapados para iniciar el rescate final, sus familias, emocionadas, iniciaron una loca carrera cerro arriba para llegar hasta las 32 banderas chilenas y una boliviana, que representan  a sus seres queridos en la superficie.


Tras ellos, un enjambre de periodistas extranjeros y nacionales los perseguía para registrar sus emociones, mientras de fondo sonaban campanazos y bocinazos que anunciaban el éxito de la operación.


Entre lágrimas, la morena Cristina Núñez, esposa de Claudio Yáñez, hablaba con celular para contarles la buena noticia a sus demás parientes.


"No sé qué decir, imagínate cómo estoy. Le doy gracias  a Dios, primeramente, y a esos trabajadores que estuvieron día y noche con nosotros, con ellos, con sus compañeros", dijo en alusión a los operadores de la T-130 (Plan B), que lograron llegar hasta la zona del refugio, desde donde se rescatará a los 33 atrapados.


"Les damos las gracias a ellos, que esperando por sus compañeros, rompieron ahí. Estoy muy contenta. Yo no lloraba desde el principio, pero ahora lloro de felicidad, contenta por que voy a estar con el Claudio y sus compañeros. Si hoy estoy así, imagínese cuando salga", agregó.

María Segovia, hermana de Darío Segovia, y conocida como la "alcaldesa del campamento "Esperanza", pedía a la prensa un poco de tiempo para reaccionar. Tenía la respiración entrecortada por su carrera.


"Imagínese, estoy en el cielo en este momento, estoy a un paso de mi hermano", señaló. "Le doy las gracias a Dios porque sin él, no les habría dado la fuerza a ellos y a nosotros. Pero como Dios nos quiere, no quiso darnos un mal sentimiento".


Y agregó firme, como ha estado estos 65 días en el campamento a la espera del rescate: "Yo no me voy de acá hasta irme con el último minero, cuando saquen al último, pesco mi mochila y me voy. Y he dicho tarea cumplida".


Por último, le envió un mensaje a los operarios de la T-130. “Sinceramente, no tengo palabras de agradecimiento, mi respeto, mi amor, mi cariño hacia a ellos. Me va a faltar vida para agradecerles”.

Pero quien más se robó la atención en el cerro, fue Brian (8 años), nieto de Esteban Rojas. Tan emocionado estaba, que después de decir "me siento mal", vomitó, Sin embargo, se compuso para entregar sus declaraciones.


"Algunos dicen que es un milagro del Bicentenario, otros dice que sólo Dios los hace y es verdad: solo Dios hace milagros".


Los periodistas asiáticos, sorprendidos por su oratoria, le preguntaron si había pasado los dos meses esperando a su abuelo en el campamento. "No, sólo estuve un mes en el campamento, tuve que ir a mi escuela a hacer mis estudios", explicó.


Cuando le preguntaron qué le iba a decir a su abuelo cuando lo vea, dijo que "A él le voy a hablar que nunca más se meta a una mina, que ni siquiera lo piense; lo vamos a tener encerradito en la pieza para que no vuelva".

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