La declaración se produjo al término de una semana de retiro en Punta de Tralca, marcada por las denuncias que pesan sobre el sacerdote Fernando Karadima y sor Paula Lagos.
El MercurioSANTIAGO.- Una fuerte autocrítica por el tardío manejo de las denuncias de abuso sexual que pesan sobre religiosos hizo este viernes la Iglesia Católica chilena, al terminar la 101° Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal.
Desde el balneario de Punta de Tralca, los obispos expresaron su "profundo dolor por los casos pasados y recientes de abusos de menores y jóvenes cometidos por miembros del clero y personas consagradas".
"Reconocemos que no siempre hemos reaccionado con prontitud y eficacia ante las denuncias. Manifestamos nuestra cercanía y solidaridad con las víctimas de estos abusos y con sus familias, y hacemos nuestros sus sufrimientos", manifestaron.
"Les ofrecemos humildemente nuestra petición de perdón y el apoyo que podamos darles además de nuestra oración. Extendemos nuestra petición de perdón a toda la comunidad eclesial por el mal ejemplo dado por algunos de sus ministros", continuaron.
En una extensa declaración, los prelados recalcaron que "entre las situaciones más repudiables en la vida y el ministerio de un sacerdote se encuentra el autoritarismo, el abuso de poder y el abuso sexual contra menores y jóvenes".
En esa línea, reiteraron que "quienes abusan de niños y jóvenes no tienen lugar en el sacerdocio" y exhortaron a quienes "han fallado a su compromiso y han causado daño a otros" a "hacer un examen de conciencia personal y responder de sus actos delante de Dios, de la sociedad y de sus superiores".
Al respecto, recordaron también las palabras del Papa Benedicto XVI, quien en su Carta a los Católicos de Irlanda dijo: "La justicia de Dios nos llama a dar cuenta de nuestras acciones sin ocultar nada. Admitan abiertamente su culpa, sométanse a las exigencias de la justicia, pero no desesperen de la misericordia de Dios".