NUEVA YORK.- Muchas ciudades estadounidenses están descubriendo que sus proyectos de redes inalámbricas WiFi han resultado más onerosos y menos atractivos de lo esperado, lo que ha provocado preocupaciones de que varias de estas infraestructuras serán un fracaso que derivará en la pérdida de millones de dólares de los impuestos.
Los críticos señalan que ese dinero debió emplearse mejor en tareas como la construcción de carreteras o el combate a la delincuencia.
Más de 230 millones de dólares fueron erogados en las redes inalámbricas municipales o metropolitanas conocidas como “WiFi” durante el año pasado en Estados Unidos. La página MuniWireless, que la industria publica en la Internet, pronostica que habrá un gasto de 460 millones de dólares en el 2007.
Sin percibir los ingresos de los que dependían para compensar esos gastos, los funcionarios tendrían que incumplir sus promesas o buscar dinero en sus presupuestos para subsidiar los sistemas para las familias de escasos recursos y los trabajadores de la municipalidad que dependen del acceso inalámbrico a la Internet.
Las ciudades acabarían administrando los sistemas si las empresas abandonan las redes que construyeron.
Mientras, grandes ciudades como Filadelfia y Portland, Oregón, completan sus programas preliminares y expanden sus redes.
“Son los monorrieles de esta década: la tecnología es errónea, las promesas fueron totalmente exageradas y no se cumplirán en absoluto”, vaticinó Anthony Townsend, director de investigación en el organismo Institute for the Future.
Los proyectos de WiFi municipal utilizan la misma tecnología que brinda acceso sin cables a la Internet en cafeterías, aeropuertos y redes domésticas. Cientos de miles de antenas se instalan encima de los postes del alumbrado público y en otros lugares.
Las computadoras portátiles y otros dispositivos tienen tarjetas de recepción WiFi que intercambian información con la Internet mediante esas antenas, utilizando frecuencias abiertas y libres de regulación. En teoría, es posible revisar el correo electrónico y navegar por la Internet desde cualquier lugar.
Unas 175 ciudades o regiones estadounidenses tienen sistemas de cobertura parcial o total, y varias más prevén hacer lo propio, de acuerdo con Esme Vos, fundador de MuniWireless.
Rhode Island ha propuesto incluso una red que abarque todo el estado, mientras que una instalación en California llegaría a decenas de municipalidades en el llamado Valle del Silicio. San Francisco, Los Angeles, Chicago y Atlanta quieren también una de estas redes.
“Me sorprendería si la mayoría de estas redes es exitosa y no resulta en un desperdicio del dinero de los contribuyentes”, dijo Michael Balhoff, ex analista de valores de telecomunicaciones en Legg Mason.
La mayoría de las comunidades pagó los proyectos. En otros lugares, compañías privadas accedieron a absorber los costos a cambio de la oportunidad de vender servicios o transmitir anuncios.
Hace apenas unos años, estos proyectos de red inalámbrica municipal parecían un negocio seguro.
Pero muchas ciudades y vendedores subestimaron el número de antenas necesarias. Kite Networks, el servicio de MobilePro Corp. debió triplicar el número de puntos de acceso en Tempe, Arizona, lo que añadió al menos un millón de dólares al costo, duplicándolo.
Redes como la de Saint Cloud, Florida, o Portland tienen dificultades para enviar la señal a través de los muros. Los usuarios en interiores deben comprar sistemas que intensifican la señal y que cuestan hasta 150 dólares. Cuando el servicio funciona puede ser más lento que los de banda ancha ofrecidos mediante cable de televisión o línea telefónica.
“Hay una antena prácticamente en la esquina de mi casa, pero cuando trato de conectarme, la señal se corta una y otra vez”, dijo Landon Dirgo, residente en Lompoc, una población de 42.000 habitantes en el centro de California.
Una tarde reciente, en Portland había muy pocas personas que navegaban por la internet en los parques céntricos.
La empresa EarthLink informó que tiene 2.000 consumidores en cuatro mercados: Nueva Orleans; Milpitas y Anaheim, en California, y Filadelfia. Cada uno paga 22 dólares o menos al mes. MetroFi señaló que en abril contaba con 8.000 usuarios que disponen del servicio gratis en Portland.
Aunque ambas compañías consideran que las cifras son buenas —tomando en cuenta que sus redes no están completas— han ajustado a la baja sus expectativas.
Los gobiernos municipales se vuelven más cautelosos. Ante la lección aprendida en otras ciudades, Boston planea recaudar dinero de grupos y empresas locales antes de construir la red, y evitará el uso de dinero de los impuestos, posiblemente mediante la búsqueda de un socio corporativo.
La competencia y las expectativas crecerán a medida que los servicios de cable televisivo y línea telefónica se vuelven más rápidos.
Actualmente, los usuarios tienen problemas con el correo electrónico y la navegación en algunos sistemas inalámbricos. La situación se complicaría más con la capacidad necesaria para el video o los juegos en línea.
“La mayoría de la gente que va a realizar un trabajo serio no se sentará a hacerlo en un parque”, opinó Eric Rabe, portavoz del operador telefónico Verizon Communications Inc. “Quiere estar en un escritorio donde tenga sus papeles o sus archivos de negocios”.