EL CAIRO.- Habrá quienes achaquen al Islam que es una religión anticuada y colgada del pasado, pero no saben la cantidad de artilugios tecnológicos que los musulmanes usan para practicar con más exactitud la religión de Mahoma.
En las tiendas electrónicas, la estrella de los aparatitos islámicos es el “Corán Digital": del tamaño de una pequeña calculadora, con el que el devoto puede deleitarse escuchando todo el libro sagrado, su interpretación, las principales súplicas y, además, le señala el “qibla” o dirección de la ciudad santa saudí de La Meca, a donde los creyentes deben orientar sus rezos.
Asimismo, este instrumento, que también informa a sus portadores del momento de los cinco rezos diarios prescritos en la religión, está dotado de un traductor para hacerlo funcionar en árabe, inglés, francés, alemán, turco, malayo, indonesio y urdu (la lengua de Pakistán).
Sin embargo, no son musulmanes los que han inventado y fabricado el dispositivo: por si alguien no lo había sospechado, el aparato procede de China o de Corea del Sur.
"Sin duda, ha tenido un éxito incomparable y en mi tienda el artilugio se ha agotado. Los últimos veinte de ellos que importé desde China los compró un único cliente,” reveló Mohamed Baha, propietario de una tienda de relojes de la plaza de Ataba, en El Cairo.
Mahdi Azam, funcionario gubernamental que se hallaba en la tienda comprando un reloj defendió la tecnología al servicio de su credo al destacar que “aparatos como esos a uno lo ayudan a cumplir con la religión y a recordar el libro de Dios (el Corán)”.
Además, los hay que usan su MP3 para usos menos frívolos que escuchar música y se graban el Corán entero -114 versículos que se recitan en no menos de 30 horas- para irlo escuchando en el metro, por la calle o incluso haciendo deporte.
Asimismo, se venden relojes que anuncian los cinco momentos de la plegaria adaptados al uso horario del país, y que son adquiridos especialmente por aquellos a los que el sueño o el trabajo les hacen perder la oración, que al fin y al cabo es uno de los cinco pilares del Islam.
"Los fabricados en China son más económicos, mientras que los importados desde La India son más caros por su calidad,” explicó Mamduh Mahmud el Borg, dueño de una tienda de electrónica de la plaza de Ataba.
Hay quien combina el reloj con una brújula que no señala el norte, como es el caso de cualquier brújula convencional, sino La Meca, que vista desde El Cairo queda al sureste, pero puede quedar al norte o al oeste, según la movilidad del creyente.
El tendero anuncia además dos nuevos artilugios a punto de llegar a Egipto: para aquellos incapaces hasta de leer una brújula, pronto podrá comprarse una alfombra que lleva adosada una brujulita invisible con una bombilla, que se enciende solo si la alfombra está correctamente orientada a la ciudad santa saudí.
Y el otro es el “rosario digital": en lugar de fatigarse pasando las cuentas conforme se reza, el aparato indica en una pantallita si te faltan ocho o cinco jaculatorias a golpe de pulgar.
La mayoría de los egipcios que profesan la religión islámica se muestran partidarios de aprovechar la tecnología moderna en la fabricación de instrumentos que los ayuden a fortalecer su devoción a Alá.
"Desde que comencé a escuchar Corán en mi MP3 Player deje de fumar hachís, por eso recomiendo el uso de éste aparato a los que desean volver a la senda correcta,” dijo Mahmud Ragab, un relojero de 32 años, residente en el barrio cairota de Imbaba.
Palabras de elogio tuvo también el ingeniero Mohamed Farag, a cargo de una librería de libros religiosos en la plaza de Giza, al destacar que esos “aparatos han tenido aceptación incomparable en Egipto ya que por su pequeñez se pueden llevar en el bolsillo a cualquier lugar”.
Desde La Meca los peregrinos ya no se traen solo la famosa agua de Zamzam -la que brotó de la tierra para saciar la sed de Abraham y su familia-, sino que la tecnología y hasta la nanotecnología se han hecho cómplices de la última religión revelada. Con la ayuda china, todo sea dicho.