MOSCÚ.- La nave de carga Progress M-02M, que será lanzada el próximo jueves a la Estación Espacial Internacional (ISS en inglés), volará rumbo a la plataforma orbital durante cinco días en vez de los habituales dos, informó hoy el Centro de Control de Vuelos Espaciales (CCVE) de Rusia.
"La nave partirá desde el cosmódromo de Baikonur (Kazajistán) el 7 de mayo por la tarde y se acoplará a la ISS el día 12", indicó un portavoz del CCVE, citado por la agencia Interfax, quien agregó que el tiempo de vuelo ha sido ampliado esta vez.
Explicó que "la Progress M-02M es la segunda nave de la nueva serie" y que "durante el viaje se llevarán a cabo ensayos de vuelo y pruebas de sus sistemas".
Según el portavoz, se trata de la "continuación de las pruebas que se realizaron a finales del año pasado, cuando fue lanzada la Progress M-01M", la primera nave de esta nueva generación.
Los nuevos cargueros se diferencian de los anteriores principalmente por sus sistemas de mando digitales.
Las innovaciones permiten aumentar la velocidad de maniobra y reducir el peso del equipamiento, por lo que los nuevos modelos pueden transportar hasta 80 kilogramos más de carga.
Los sistemas de la Progress M-01M registraron algunos fallos durante los cuatro días de vuelo y el acoplamiento a la ISS, por lo que su enganche no se pudo hacer de forma automática, sino en régimen manual desde la plataforma orbital.
Mientras, la Progress M-66, acoplada a la ISS desde el pasado 13 de febrero, será desenganchada de la plataforma orbital el próximo miércoles a las 19.18 hora de Moscú (15.18 GMT) y funcionará durante dos semanas como laboratorio antes de ser hundida el próximo día 18 en el océano Pacífico, indicó el portavoz.
Durante el vuelo autónomo de la nave de carga, en el marco del proyecto "Plasma-Progress", se estudiarán las características, tamaño y densidad del plasma que surge a consecuencia del funcionamiento de los propulsores del aparato.
Antes de ser desenganchada, los tripulantes de la plataforma orbital, el cosmonauta ruso Guennadi Padalka, su colega de la NASA Michael Barratt y el astronauta nipón Koichi Wakata, cargarán en la nave el equipamiento obsoleto y los deshechos acumulados durante los últimos meses.
Una vez finalizado su vuelo autónomo como laboratorio científico, la nave entrará en las capas densas de la atmósfera, tras lo cual sus fragmentos se hundirán en el "cementerio de naves espaciales" emplazado en el océano Pacífico, a 3.000 kilómetros de Nueva Zelanda, en una zona libre de navegación marítima.