ESTAMBUL.- Las monumentales esculturas del Monte Nemrut, en Turquía, serán trasladadas a un museo ante la creciente erosión a las que se ven sometidas debido a las condiciones climáticas y las visitas turísticas, informó hoy la cadena NTV.
Los restos arqueológicos, considerados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, datan del siglo I antes de Cristo, cuando el rey Antíoco I de Commagene decidió establecer una nueva religión basada en diversos credos persas y helénicos, mezclados con el culto al propio monarca y su familia, por lo que levantó colosales esculturas en esta montaña a más de 2.000 metros de altura.
El lugar, donde se cree que se encuentra la tumba de Antíoco, fue excavado en 1881 por el ingeniero alemán Charles Sester y aunque el sitio exacto del entierro no ha sido hallado, sí se descubrieron las bellas esculturas.
Las estatuas, talladas en roca caliza y de las que sólo quedan las cabezas de Antíoco y de varias deidades con formas animales, sufrieron daños con el paso de los siglos debido a las condiciones climáticas, los terremotos y la visita de miles de visitantes cada año, pues es uno de los símbolos turísticos de Turquía.
El monte Nemrut se halla en una zona de frías temperaturas en invierno y muy calurosas en verano.
El ministro de Cultura y Turismo, Ertugrul Günay, explicó a NTV que, tras estudiar diversas soluciones, su ministerio consideró que la más práctica para la conservación de este monumento es trasladar las esculturas a un museo y colocar unas copias en la montaña.
Con todo, hay expertos que se oponen a la medida. "Nos llegaron diversas propuestas. Por ejemplo, que cubramos las esculturas con una lona. Pero en invierno soplan vientos tan fuertes que se llevarían las lonas. Tampoco podemos poner urnas de vidrio porque se romperían con el viento. Y taparlas con muros no es una opción", valoró el ministro.
"Hay quien sostiene que si no les ha sucedido nada en 2.000 años, no debería sucederles nada en otros diez. Pero yo visité las estatuas hace 20 años y veo los daños que han sufrido. En invierno, las temperaturas descienden hasta los 40 grados bajo cero y las heladas les provocan muchos daños", explicó Günay al justificar la decisión de enviar las esculturas a un museo.