PARÍS.- Después de más de una década de espera, científicos de la Agencia Espacial Europea (ESA) se preparan para asistir a la cita que debe cumplir este miércoles la sonda Rosetta con un cometa a 400 millones de kilómetros de la Tierra.
La misión busca determinar secretos sobre estos astros errantes y es la más ambiciosa emprendida por la entidad.
Rosetta despegó en 2004 y desde entonces tomó impulso gravitacional girando varias veces alrededor de la Tierra y Marte, para ganar velocidad.
Después entró en un prolongado estado de hibernación mientras continuaba su viaje hacia el punto de contacto con el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, con el fin de reservar su energía.
Luego de "despertar" y efectuar una serie de maniobras de frenado, la sonda estará este miércoles a unos 100 km del cometa, una hazaña de navegación espacial.
"Se necesitaron más de diez años para llegar hasta allí", explica Sylvain Lodiot, jefe de operaciones espaciales. "Ahora debemos aprender a 'amarrarnos' al cometa y permanecer con él durante los próximos meses", asegura.
Esta "bola de nieve sucia", tal como la definen los astrofísicos, esconde detalles sobre el proceso de formación del Sistema Solar y sus planetas, ocurrido hace 4.600 millones de años.
Otra teoría bajo estudio es la que liga a los cometas en la aparición de la vida en nuestro planeta, al "bombardearlo" con agua y moléculas orgánicas.
Descenso de robot
La misión de la ESA busca conseguir más datos que las incursiones anteriores, cumplidas por el aparato estadounidense Stardust, que trajo de regreso polvo de la traza de un cometa, y la nave europea Giotto, que se acercó a 200 km de la superficie de otro.
El 11 de noviembre próximo, Rosetta se aproximará aún más a su objetivo para hacer descender en su superficie el robot Philae, un pequeño ingenio que efectuará experimentos para conseguir detalles sobre la química del cometa.
La misión tiene varios riesgos: La sonda debe evitar los cristales de hielo y el polvo que rodean las capas más superficiales del cometa a medida que se acerca al Sol. Luego deberá buscar un sitio adecuado para el aterrizaje del robot.
El mes pasado, las cámaras de la nave mostraron que 67P/Churyumov-Gerasimenko tiene una forma similar a un "pato", con un lóbulo grande y otro pequeño conectados por un "cuello".
"Hay varias teorías para explicar esta forma, pero la más plausible, incluida en mi libro, es que proviene de dos cuerpos que se fusionaron en momentos en que se formaba el Sistema Solar", explicó Philippe Lamy del Laboratorio de Astrofísica de Marsella, en Francia.
La curiosa forma del cuerpo celeste tiene importantes consecuencias para la misión, pues reduce el número de sitios adecuados para el aterrizaje del robot, advirtió el experto.