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Paulina Rubio: No alcanzó para que ellas se tomaran la Quinta

Aunque Paulina Rubio tiene atributos de sobra para conquistar a los varones, su show cargado de rebeldía y feminismo es un espectáculo que ellas disfrutan mucho más que ellos. Por eso, a la larga, queda la sensación de que pudo ser más.

17 de Febrero de 2005 | 23:17 | Felipe Gálvez T, El Mercurio en Internet



Algo hay en el show de la mexicana, que no termina de convencer a la Quinta.
VIÑA DEL MAR.- Casi prende la Quinta, casi. Si no fuera porque en general el show estuvo sólo aceptable, quizás si habría titulado como quería: "Las mujeres se tomaron la Quinta". Pero no, no alcanzó para tanto.

Aunque oportunidades y razones había de sobra, a la presentación de Paulina Rubio le faltó ese algo difícil de explicar que hace la diferencia entre un gran y memorable espectáculo, y uno con poco sabor (que no es lo mismo que 'con gusto a poco' que es cuando el show está realmente bueno).

¿Qué le faltó a Rubio? Primero, una mejor calidad artística. Si bien su presentación es vistosa, con bailarines, coreografías y elementos que le dan colorido, la voz de la mexicana deja bastante que desear y se acerca más a los gritos que a lo lírico.

Segundo, un mayor feeling con el público masculino. Es raro esto, pero incluso ella misma se dio cuenta. "¿Qué pasa que son siempre las mujeres las que más cantan?", se preguntó en un momento. Y es cierto, la música de Rubio es claramente feminista, con un discurso con tonos de rebeldía y mal trato hacia los varones.

No está mal, es su estilo, pero es quizás esa actitud la que genera cierto rechazo de parte del público masculino, al que le cuesta - y mucho- aceptar que lo traten de perro, por ejemplo.

Lo extraño está en que ni siquiera lo estupenda que luce la mexicana, lo sensual que se mueve, lo sexy que se manifiesta a momentos, sirve para evitar que desde la galería caigan algunas pifias con tono masculino.

Y ese "rechazo", aunque sutil y débil, bastó para evitar que la Quinta se desbordara con el entusiasmo de las mujeres. Y eso que tuvieron momentos para hacerlo.

"Yo no soy esa mujer" resonó con demasiada fuerza; "Mío", fue un coro femenino unísono - en una buena presentación unplugged-; "El último adiós", también se gritó con fuerza.

Por eso es que la Antorcha de Plata es (casi sin dudas, casi) el premio justo a una presentación aceptable. Aunque también sonó a retribución por una historia añeja: "Por fin te tocó", le dijo Ricardo Montaner a la mexicana al entregarle la distinción, trayendo a la memoria lo sucedido en 2002, cuando Antonio Vodanovic le negó la estatuilla.

A fin de cuentas, Rubio pasó. Por tercera vez, nuevamente con un éxito relativo, discutible si se quiere, pero que al menos a buena parte de la Quinta (aquella ocupada por las mujeres) disfrutó.

Aún quedan esperanzas, en todo caso. Tras las competencias y el humor, sube a escena Raphael, quien de seguro logrará que ellas se tomen la Quinta.
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