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Alberto Plaza se llevó la Gaviota de Plata

El cantante chileno obtuvo un éxito rotundo en su reencuentro con la Quinta después de veinte años.

18 de Febrero de 2005 | 23:28 | Felipe Ossandón, El Mercurio en Internet



El cantante chileno hizo rendirse a la Quinta a sus pies.
VIÑA DEL MAR.- Alberto Plaza está parado sobre el escenario de la Quinta Vergara. Viste una chaqueta de tela beige, pantalones amasados rojos, le cuelga una guitarra en la que rasguea tres acordes: “Es verdad que la razón, no acompaña lo que siento,
y es verdad que el corazón deja turbio al pensamiento”.

La imagen es un video que está proyectado en la pantalla gigante del escenario de la Quinta Vergara y corresponde a los dorados ochenta, cuando el entonces joven cantautor había conseguido ganar la competencia internacional con la ya emblemática y legendaria “Que cante la vida”.

Desde un asiento en el palco, Alberto Plaza, el verdadero, el de ahora, mira sentado el video con cara de estar satisfecho de lo que ha conseguido.

Sorpresivamente el video se interrumpe y Plaza, el de verdad, el de carne y hueso, se pone de pie, para continuar con el resto de la canción.

Hoy viste jeans prelavados y una camisa negra de una tela que brilla con las luces que le caen desde todas partes.

Hoy se mueve mucho más que ayer y entona el anémico tema (fetiche del cancionero de playa) como si se tratara de una canción de Metallica o algo así.

Es el reencuentro de Alberto con el Festival después de veinte años. Fue preciso tenerlo de nuevo aquí en la Quinta Vergara (de lo contrario seguramente nunca lo habría visto por mi propia voluntad en vivo), para descubrir (no, para confirmar) que las canciones del cantautor chileno deben ostentar el récord de tener la mayor cantidad de lugares comunes por estrofa en la historia de la música.

Así y todo, ha vendido no sé cuántos miles de discos desde que un día decidió internacionalizar su carrera y expandir su melosa poesía por toda Latinoamérica.

“Cuando vendrás”, “¿Y qué es amor?”, y una infumable versión de “Yo te seguiré” en clave salsa. Alberto se cambia de camisa, se pone una más colorida, baila y se contonea como si fuera un oriundo del trópico, lo que de paso nos recuerda que es Miami la ciudad donde Plaza ha decidido instalar su residencia desde que se fue de Chile.

“Los milagros existen. Esta noche es un milagro”, dice Alberto y convierte su actuación en una experiencia religiosa.

De hecho, el “Monstruo”, totalmente ciego ante el sacrilegio musical del cantante chileno, aplaude a rabiar. Y le concede, por supuesto, antorchas varias.

Alberto Plaza intenta hablar, pero ahora el público pide Gaviota, ya no se sabe si de plata o de oro o de qué otro material (menos mal que este año éstas iban a estar restringidas para la competencia).

“El mundo ha cambiado. El mundo de hoy es distinto”, intenta decir Plaza, pero el público apenas deja hablar a Plaza. Mucho menos cantar. Y quizás habría que agradecérselo.

En medio de todo este caos, es el propio Alberto Plaza el que anuncia su premio: “La alcaldesa dice que me da la Gaviota”, grita el cantautor, y se lleva las manos a los ojos, en señal de que va a llorar, pero no lo hace y ahora sí, después de varios intentos, sigue cantando sus empalagosas canciones y el público cantando incondicionalmente con él.

Y por si todo esto fuera poco, Alberto Plaza se toma la libertad de cantar un tema inédito, que ha escrito especialmente para la ocasión. Un tema que, como él mismo explica, no ha alcanzado a terminar, por lo que pide disculpas por si no le sale tan bien como él quisiera.

Bastante mal le sale, de hecho (olvida la letra en varias ocasiones), pero igualmente buena parte del público tararea la canción con alegría, a pesar de que es la primera vez que la escucha.

Y es que esa es precisamente la habilidad que tiene el chileno, la de producir temitas sencillos, fáciles de recordar, que pueden sacarse con tres acordes en la guitarra.

“Esto me va a dar fuerza para seguir cantando veinte años más” dice en un momento el cantautor y en seguida se larga con “Bandido” . Y a esta altura uno ya no sabe si reirse o ponerse a llorar.

Finalmente la presentación de Alberto Plaza se extiende por algo más de una hora, durante la cual el público baila y canta tanto, que ya no se la puede.



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