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Mal final

14 de Julio de 2006 | 17:23 | Amanda Kiran
Y nos sentamos a ver emocionados la gran final. Como casi es costumbre, varios hombres y yo.

Fue casualidad, esta vez. Las mujeres que debían llegar se quedaron entretenidas en otro lugar, y yo terminé sola, con tres seres del sexo opuesto. Lo más increíble fue que en el segundo tiempo, luego de que en el entretiempo les diera un rico postre, me dejaron sola.

Se quedaron DORMIDOS en la final del mundo. Tal vez no estaba tan interesante. De todas formas, había que verla. Para ellos, nada tan importante, eso está claro.

Y bueno, mientras dormían pasó. ¿Cómo relatarles lo ocurrido si ni yo lo podía entender? De la nada, un cabezazo directo en el pecho, tipo corneada de un toro, con la misma rabia y descontrol que el animal.

Después de estar jugando un tremendo partido, Zidane se salió de sus cabales y le dio un cabezazo sin razón explicable al defensor italiano. Ah….con su trayectoria, su vida, su tiempo sobre las canchas, terminar despidiéndose de esa forma me parecía una tremenda pena.

Puedo llegar a comprenderlo.

Puede ser entendible que alguien logre sacarte de tus casillas, luego de tres o más dichos negativos y feos sobre tu fútbol, tu familia, tus seres queridos. Puede ser. Pero lamentablemente no basta con entender.

Entonces, desafortunadamente no hubo inteligencia emocional. La mejor forma de contestarle a esa estúpida forma que tienen algunos de defenderse -hablando leseras en contra tuyo en la cancha- es ganar el partido. Jugar mejor y no obedecer a palabras necias. Como diría mi madre. Jugar mejor.

Ser más inteligente dentro de la cancha. ¿No habría sido mejor levantar la copa delante de quien te cargó todo el partido de mala manera? De todas formas que habría sido más inteligente. Sabiendo, efectivamente, que Francia jugó mejor el partido. Italia es el actual campeón del mundo. Italia no fue más. Pero sí mostró efectividad, inteligencia, frialdad y ganó lo que tenía que ganar. La final de la Copa del Mundo.

Y por el otro lado. La soledad en el camarín. La tristeza de no poder celebrar con la copa ni con sus compañeros, que encima del pasto más verde que nunca, lloraban como niños chicos. La despedida menos esperada de un ídolo tan grande del fútbol mundial.

Yo no estoy apoyando ni mostrándome "encariñada" para nada con la actitud de Zidane. Todo lo contrario. No estoy de acuerdo con la violencia. Pero tampoco comparto esa forma extrafutbolística de "hablar" que tienen algunos futbolistas o deportistas.

En todo nivel. Desde un partido en la plaza, hasta en una final del mundo. Pero para aquellos que somos más débiles, tomemos como ilustración, que a veces la mejor victoria es la calma, la delicadeza, la razón, la sabiduría. Porque la calidad, entonces, brillará sola.

Es la única forma de que el bien triunfe sobre el mal. Mal contra mal, no gana. Eso nos quedó a todos claro.


Amanda Kiran
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