Roger Taylor captado mientras firma autógrafos en Santiago.
Héctor Yáñez, El MercurioSANTIAGO.- "Ya había terminado mi jornada laboral del lunes, pero seguía sintiendo ese nerviosismo de los últimos días. Claro que era un cosquilleo distinto: iba rumbo al Hyatt para esperar. Sí, esperar. Desde que mi amiga María José me contó que el domingo en la noche Brian May había bajado a la puerta del hotel a saludar a los fans que sentía una profunda envidia.
Nueve de la noche y en la calle hay unos 40 fans de Queen. Soy uno de los pocos que no está vestido con algo alusivo al grupo. María José me cuenta que está desde las 11 de la mañana a las puertas y no ha visto ni la sombra de Brian May, Roger Taylor o Paul Rodgers. No me alienta esperanzas.
Igual esperamos. Miramos. Me dicen que parece que salieron en una van. 'Pero tienen que volver, así que esperemos', es el razonamiento. Y pasan los minutos y las horas. Nos sentamos en la vereda y empezamos a hojear un librazo de fotos de Queen. Unas niñas dicen 'qué guapo que es Roger'... Yo pienso 'qué estupidez lo que están diciendo'. Prefiero pensar en Taylor tarareando internamente 'Sheer Heart Attack' o 'I'm in love with my car'.
Diez y media. María José, dos amigas y yo hacemos el 'plan B': movernos de la puerta principal hacia la entrada vehicular. Nos quedamos de avisar con un pinchazo en el celular cualquier novedad en cada lado. A las 11 ya me empiezo a aburrir. Quiero irme. Y suena el celular de la Cote. Corremos (sí, corremos) rumbo a la entrada principal. Hay revolución. Está Roger.
Los 4 carabineros apenas controlan el ímpetu de la gente. Casi todos están de frente, buscando un autógrafo. Como no tengo nada que me firme, prefiero llegar por detrás, palmotearlo amistosamente, saludarlo y empezar a tomarle fotos. 'Roger, could you please look over here? Just a second". Le paso la cámara a un tipo para que me tome la foto al lado de él, pero éste se tupe torpemente y no logra dar con el botón adecuado. Pasó la oportunidad. Roger vuelve a mirar al frente y sigue firmando. Hay muchos requerimientos.
Se va a los cinco minutos y deja atrás una estela de imágenes imborrables. Yo quedo más que satisfecho con la foto que tomé (aunque enojado con el gil que no pudo tomarme una con Taylor). Una mujer tiembla. Otra llora. Uno muestra el 'A Night at the Opera' y su carátula blanca ahora rayada por el genial baterista. Yo sonrío. Y espero que llegue el recital de hoy".