Desde resfríos, gastritis, depresiones, estrés, ansiedad y sobrepeso hasta enfermedades como esclerosis múltiple, lupus, Sida y cáncer…
Se dice que ya no hay ninguna dolencia que no tenga tratamiento desde la mirada de las llamadas terapias complementarias, un conjunto de soluciones alternativas a la medicina tradicional que ha tenido un boom en los últimos años frente a un mundo cada vez más estresado, deprimido y lleno de enfermedades.
Una de las primeras terapias que ha liderado este boom es el reiki, un sistema de sanación natural a través de energías, al que han recurrido desde algunos famosos de la TV hasta los departamentos de RR.HH. de importantes multinacionales para mejorar la calidad de vida y productividad de sus trabajadores, sin dejar de mencionar las salas de distintos hospitales y clínicas, donde podemos encontrar exitosos casos de sanación de enfermedades y alivio de síntomas.
El reiki se utiliza como tratamiento complementario en Unidades Oncológicas para reducir molestias causadas por el cáncer y los efectos secundarios de su tratamiento. En Unidades Geriátricas se usa para calmar los dolores causados por artritis y reumatismos, además de estabilizar el estado anímico y físico de los pacientes. Por otro lado, las pruebas médicas indican que las personas con Sida experimentan una mejoría de sus funciones inmunológicas (un incremento en los T-linfocitos, por ejemplo) después de unas pocas sesiones de tratamiento.
Se trata de una terapia no invasiva y compatible con la vida cotidiana, que se puede usar en cualquier situación, ya que la energía se adapta a las necesidades del receptor. El reiki postula que sanando el espíritu y equilibrando nuestras emociones, podremos sanar nuestro cuerpo. Es por eso que en el largo plazo –y una vez que la persona ha aprendido la lección que le trae este forzoso camino de aprendizaje- sana la raíz de la enfermedad y previene la aparición de otras dolencias.
Es una técnica sumamente eficaz para tratar el dolor, tanto crónico como puntual, ya que actúa equilibrando y desbloqueando nuestro sistema energético, de modo que nuestra energía fluye con más facilidad hacia la zona afectada, ayudando al cuerpo a auto-sanarse de enfermedades, heridas e infecciones; a superar estados de estrés y alteraciones del ánimo, aumentar la energía vital, liberar emociones, relajar tensiones, mejorar la memoria, etc.
El reiki funciona mediante la imposición directa o indirecta de las manos para canalizar energía desde el Universo hacia el paciente a través de sus chakras o centros energéticos, permitiendo armonizar y equilibrar su cuerpo físico, emocional, mental y espiritual. Todo esto se complementa con técnicas para limpiar el aura de la persona, su casa y lugar de trabajo, etc. Además se puede aplicar en animales y plantas o enviar a distancia o como apoyo en situaciones estresantes (como un examen de grado o una entrevista de trabajo).
Si bien existe una serie de sistemas de reiki creados tanto en occidente como en oriente a partir del sistema original (Usui, Gendai Reiki Ho, Tibetano, Tera Mai, Karuna, etc.) el fin último de todos ellos se remite al mismo objetivo que plasmó su descubridor, el japonés Mikao Usui.
Durante la sesión de reiki, el paciente puede percibir una sensación de calor suave, agradable y reconfortante, junto con un alivio gradual de sus dolores y un estado de profunda relajación. Después de varias sesiones, la persona suele notar que el alivio es cada vez más prolongado y a menudo cambia los hábitos que ocasionan la baja de sus defensas. Esto va de la mano con que la persona logra hacerse protagonista de su sanación, dejando de ser “paciente” sino más bien “activo” en este proceso.
El reiki funciona incluso si la persona no cree en él, ya que actúa en un plano sutil e independiente de sus opiniones y creencias. Además no necesita instrumentos, no tiene contraindicaciones ni presenta ningún conflicto con fármacos u otros tratamientos, sino más bien tiende a reducir los efectos secundarios que ellos pudieran estar provocando.
Junto con recibir un tratamiento, cualquier persona puede iniciarse como reikista, no necesariamente para trabajar como terapeuta sino para aplicarse esta energía a sí misma y a sus seres queridos, ya que constituye una herramienta de crecimiento personal que permite el desarrollo de las habilidades intuitivas y aumenta día a día el potencial de sanación de quien lo aplica. No es de extrañar que cada día más padres estén iniciándose en esta práctica para ayudar a dormir y calmar los dolores de sus pequeños hijos.
Por tanto, si una persona decide sanar y se compromete consigo misma en este camino de crecimiento y toma de conciencia, el reiki será, sin duda alguna, una herramienta clave para su mejoría. Y no importa qué tipo de reiki se aplique, sino que lo haga con la verdadera intención de sanarse y de descubrir que más allá de la dolencia física, hay un espíritu que está pidiendo ayuda a gritos, y que es momento de escucharlo.
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