Harta de los efectos de la menopausia, Elizabeth Alsgaard llegó a considerar golpes de calor o terapias hormonales que pueden producir cáncer. Y lo que la actriz Suzanne Somers proponía parecía tener lógica: combata el problema con una combinación de hormonas “bioidénticas”, iguales a las que produce su organismo.
“Cualquier cosa natural que entre en mi cuerpo debe ser mejor”, señaló Alsgaard, una otorrinolaringóloga de California que admitió no saber mucho del tema cuando decidió seguir el consejo de Somers.
Millones de personas han ensayado tratamientos hormonales o suplementos de hierbas a pesar de que en el 2002 un estudio del gobierno determinó que las terapias de reemplazo de hormonas, o TRH, pueden conllevar riesgos.
Los remedios alternativos son particularmente populares entre las mujeres educadas, de clase alta, a las que les gusta investigar y encontrar sus propias soluciones a sus problemas de salud. Les atrae la idea de tratamientos hechos a su medida en lugar de las medicinas de la farmacia.
Sin embargo, no están optando por una alternativa más segura, sino consumiendo productos con riesgos desconocidos que contienen los estrógenos que tanto preocupan a muchas de ellas, según advierten expertos.
“Abunda la desinformación” en torno a los bioidénticos, dijo JoAnn Manson, directora de medicina preventiva del Brigham and Women’s Hospital de Boston, afiliado a Harvard. “El consumidor tiene que cuidarse mucho”.
Ella y otros expertos advierten:
—“Bioidéntico” es un término comercial sin ningún significado médico aceptado. Sus supuestos beneficios no son exclusivos de las medicinas alternativas, pues muchos remedios con receta contienen hormonas con estructuras químicas idénticas a los estrógenos y las progesteonas que produce naturalmente el organismo.
—Las hormonas artificiales que no han sido aprobadas por las autoridades de salubridad no son seguras ni efectivas. Y pueden conllevar los mismos riesgos de cáncer que los tratamientos tradicionales.
—Las preparaciones hormonales no tienen que ser hechas a la medida del paciente; unas pocas dosis estándar funcionan en la mayoría de las mujeres, de acuerdo con los expertos. Las muestras de saliva que ofrecen las mujeres para la producción de hormonas idénticas a las suyas son de dudoso valor ya que los niveles de hormonas de una persona varían durante el día.
—Los farmaceutas usan técnicas tan distintas que una misma receta puede tener cantidades de hormonas muy diferentes, dependiendo de quién la maneje.
—Con frecuencia se usa estriol, un estrógeno cuya venta al público no ha sido aprobada en Estados Unidos.
“Las mujeres tienen que comprender que no hay pruebas rigurosas de que estas preparaciones son más efectivas o seguras que la terapia hormonal tradicional. De hecho, hay mucha menos evidencia de su eficacia y muy poca investigación de sus efectos a largo plazo”, expresó Manson, uno de los expertos que participó en la investigación del gobierno del 2002.
Por años, las organizaciones médicas tradicionales han dicho que las hormonas hechas a medida no son seguras. Pero ello no ha afectado su popularidad y Somers ha hecho una campaña muy exitosa a favor de su uso mediante libros que han sido best sellers.
“Me da risa cuando dicen que soy una curandera”, declaró Somers, quien se frota hormonas en los brazos, se las inyecta en la vagina y toma unas 60 píldoras con suplementos alimenticios todos los días. En una entrevista telefónica dijo que no quiere hacerse pasar por médico, sino compartir con otras mujeres los tratamientos que le dieron resultado a ella.
Al no hallar solución a sus problemas, Alsgaard recurrió a terapias alternativas y encontró un médico que la impresionó bien y que le recomendó implantes bioidénticos en la cadera.
Los implantes con estrógeno, testosterona, o ambos son el último grito en este campo. Son colocados debajo de la piel cada tres o cuatro meses usando anestesia local. Se han reportado varios problemas: dificultad para retirarlos si no funcionan o si hay que suspender la terapia, infecciones y dolores en la zona del implante y fluctuaciones en los niveles de estrógeno, algo que puede ser peligroso con el correr de los años.
Alsgaard dijo que no sabía que los implantes no habían sido aprobados por las autoridades de salubridad. Pero el primero que se hizo, en abril, dio muy buenos resultados.
“Me siento estupenda. No sufro acaloramientos ni sudo de noche, no me cambia el estado de ánimo. Después de haberme sentido tan mal por tanto tiempo, ni me acordaba lo que es sentirse normal”, comentó.
Su médico, Kevin Pimstone, de UCLA, dice que los implantes de hormonas son “una parte muy menor” de su práctica y que trata muy pocos pacientes por mes.
“Soy un médico convencional que le ofrece esto a los pacientes que lo piden”, indicó. “No creo que haya evidencia alguna de que las hormonas bioidénticas sean más seguras que las hormonas convencionales”.