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La venta de juguetes eróticos a domicilio llega a las latinoamericanas

En Chile ya se usa esta moda.

24 de Mayo de 2010 | 16:25 |
Motevideo.- Un grupo de mujeres de entre 17 y 58 años se reúne en la casa de una de ellas en Montevideo. Dos asesoras abren su maleta roja, sacan lencería erótica, aceites, vibradores y logran distender el ambiente con una propuesta que trajeron de Europa y quieren expandir al resto de la región.

A partir de ese momento los juguetes eróticos comienzan a pasar de mano en mano, del más discreto al más explícito, mientras las asistentes escuchan con atención las ideas sobre cómo involucrar a la pareja en su uso.

La Maleta Roja se vale del formato de venta directa usado en general con productos de cocina o cosméticos, para dar a conocer juguetes eróticos pensados para la mujer. Algunos incluso se pueden camuflar sin despertar sospechas, como una aparentemente inocua esponja de baño... que vibra.

También un aceite para masajes -comestible- con sabor a chocolate parece tener éxito. Las mujeres obedecen las instrucciones y se untan un poco en la mano, lo soplan para calentarlo y luego lo lamen. "El soplido no es algo que estuviera en mi manual de erotismo", bromea una.

Las asesoras o "maleteras" son Nicole Komin y Gabriela Pérez, dos especialistas en marketing que desde noviembre dirigen en Uruguay La Maleta Roja y están encargadas de su expansión en Centro y Sudamérica a través de franquicias.

La empresa matriz, fundada en 2005 en España, afirma haber facturado en 2009 unos 3 millones de dólares y está presente en Portugal, Italia, Andorra y México. Desde Uruguay, Komin y Pérez ya vendieron las franquicias para El Salvador y Puerto Rico y abrirán pronto en Bolivia y Panamá.

La elección de un mercado pequeño como el uruguayo, de 3,4 millones de habitantes, para la sede latinoamericana "permite cometer errores sin matar a la marca y que no tenga mayor repercusión", explica Komin.

Además, según Pérez, la "faceta conservadora" de los uruguayos influye en la elección. "Uruguay se puede tomar como espejo del resto de las sociedades conservadoras de Latinoamérica", afirma.

En este sentido, la sexóloga María Luisa Banfi estima que en Latinoamérica "todavía se guarda una dualidad en base" a los estereotipos "madre y meretriz". No obstante, la mujer está "liberándose despaciosamente" y aprendiendo a explorar su propia sensualidad, en un proceso que vendría de la mano de la globalización.

Las asesoras uruguayas de La Maleta Roja esperan conjurar ese conservadurismo gracias al "asesoramiento dirigido a la mujer y al enfoque femenino" del concepto, que promueve también artículos para la salud sexual, como las pesas vaginales que fortalecen el músculo pélvico.

En la reunión se escuchan expresiones de sorpresa. "¿Así que hay que ejercitarlo?", dice L., de 58 años. Las asesoras explican que es una manera de evitar la incontinencia que puede llegar con la vejez.

Además, las visitas de las "maleteras" acercan productos a una mujer que no habría investigado de otro modo la juguetería erótica.

"Hay algo que siempre logramos, que es hacerlas pensar y hacerlas evaluar en qué situación está su sexualidad", dice Pérez.

Ambas asesoras coinciden en que la sexóloga puertorriqueña Alessandra Rampolla, que conduce un exitoso programa de divulgación sexual en un canal de cable regional, "abrió la posibilidad de la utilización saludable de productos" eróticos.

Pero esto es sintomático de un fenómeno más amplio. La apertura sexual que arrancó hace al menos 50 años con la aparición de la píldora anticonceptiva permitió la paulatina liberación de la mujer de su "histórico cinturón de castidad", según Banfi, ex presidenta de la Sociedad Uruguaya de Medicina Sexual.

"Al cambiar las costumbres, las conductas, los valores, se está abierto a otros estímulos (...) Luego de la Segunda Guerra Mundial" y con el uso de la pastilla, la mujer "empieza a tener relaciones sexuales no para fines reproductivos", afirma. "Hoy día, la mujer no está limitada por nada".

"Ojalá hubiera existido esto hace 20 años", dice D., de 80 años, cuando su amiga de 76 la invita a participar en una reunión.

Algo similar se vive en Chile de mano de la empresaria Japy Jane que ofrece sus servicios por un monto que la novia puede canjear por artículos que ella presenta en la fiesta.
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