La ola polar que nos ha golpeado nos hace extrañar ambientes cálidos, cercanos al fogón e iluminados lo suficiente para entablar una buena conversación o leer un entretenido libro. En pleno invierno nos mostramos apurados por buscar ropa abrigadora y conseguir un sistema de calefacción que nos brinde seguridad de que el hielo no nos traspasará. Pero nos olvidamos de una de las oportunidades más exquisitas que tiene la cocina como alternativa para calentar el cuerpo y el alma, las sopas. Gracias a Dios, las sopas experimentan una suerte de revival; se les encuentra con facilidad en las cartas de los restoranes, pero, es cierto, no en la variedad que algunos comensales quisieran. Plato frecuente en las mesas de nuestros abuelos, los años, el tiempo y una mala fama las sacaron de nuestro menú y es re sabido el poco aprecio que tienen por ellas los niños, quienes no dan tregua a veces en su rechazo. Pero el aroma de una sopa de cebolla, o una crema de espárragos y qué decir, de una de zapallo debiera despertar nuestras papilas gustativas y hacernos pensar si no es hora de que las consideremos un plato fuerte y destacado. A lo mejor tiempo para hacer una preparación elaborada no se tiene, pero en las situaciones más extremas se puede recurrir al mentado sobre, que este invierno han mostrado creatividad e ingenio para reinventarse. Okey, puede que no sea muy gourmet y más de alguien se enojará, pero por algún lado se debe empezar. Un gran tazón humeante puede ser el acompañamiento que falta cuando se está frente al fogón o la estufa. Saludos cordiales, Daniel Galaz, chef ejecutivo del
OX.
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