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La paternidad a través de una mascota: En memoria de Toto Morales

24 de Noviembre de 2010 | 08:18 | Por Ángela Tapia F., Emol
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Francisco y Toto el año 2007.

Carla Pinilla, Emol
Ha pasado más de un año y Francisco todavía se emociona cuando se acuerda de cuando falleció su Shar Pei de 13 años humanos, Toto. “Era un perro, un animal. Pero hablando de mi experiencia, cuando eres gay, cuando no vives la paternidad, de alguna manera esta mascota viene cubrir una parte que no te tocó vivir. El Toto tenía cama, pieza, velador, cómoda, maleta de viaje, peluches, se celebrara su cumpleaños. Lo tenía todo, pero se descompensó en 23 días y partió”.

Cuando Francisco y Toño se enteraron que su perro estaba enfermo e iba a morir, salían a la calle a llorar para que el Toto no se diera cuenta de nada. Esa fue la rutina, hasta que una amiga del estilista le recomendó que fuera directo con su mascota y le explicara el proceso que iba a vivir. “Los últimos días él hacía puras cosas raras; se cambió de lugar para dormir y lo hacía en las partes más insólitas... Un día, en el living, me hinqué le dije: ‘Totito, vamos a hablar. Los papás estaban súper tristes porque vas a partir. Quiero decirte todo lo que significas en nuestras vidas, que te vamos a echar de menos y que estoy muy agradecido de todo el tiempo que hemos estado juntos. Pero lo más importante es que te pedimos que te entregues a tu proceso de muerte. Tienes toda la libertad de partir y si nosotros vemos cualquier cosa rara, te vamos a ayudar’. Cuando terminé de hablar, empezó a roncar. Yo creo que debe haber soltado el nervio”.

-¿Y estabas dispuesto a dormirlo si era necesario?
“Lo único que pedía era no tener que hacer dormir a lo que más amaba en mi vida. Pero fuimos a un oncólogo, y a otros cuatro médicos más, y tenía de todo al final. Yo le decía al Toño que nos fuéramos donde la Isha, porque la perra de ella es la nieta del Totito. Quería que él pasara todo allá y yo poder estar al lado de mi maestra. Pero cuando fuimos al oncólogo nos dijo: ‘Chuta, pero el cáncer es lo menos grave que tiene. Está descompensado entero”.

“Le pregunté que en qué condiciones estaba el Toto como para subirse a un avión en una semana más. Y él me quedó mirando y me dijo: ‘Te estoy hablando de tres días’. Me contó todo lo que iba a pasar, que lo último iban a ser vómitos y diarrea, y así fue, con cinco días sin comer y tres sin agua. Un día que fuimos a la plaza y vomitó, con el Toño supimos que había llegado el momento y lo tuvimos que hacer dormir. Pero antes tomamos al Toto entre los dos y nos fuimos a una ventana. Ahí empezamos a unificar (orar dando gracias al amor) en voz alta y comenzaron a llegar pájaros y pájaros. No tres, ni quince. Hablo de doscientas aves arriba del techo y cantando”.

Envuelto en una gasa, “como un faraón”, y con un escapulario de la Virgen de Lourdes y el Sagrado Corazón, Toto fue enterrado en la parcela de una amiga de Toño y Francisco, en Lo Caña. Ahí, entre la pena, fue que Llancaqueo rompió su abstinencia de 9 años con tres copas de champaña al hilo, pero consciente de que jamás volvería a las viejas andanzas.

“Ya no es pena lo que siento. Hoy me puedo dar cuenta que el mejor aliado de los duelos es el tiempo. De hecho, el Totito estuvo de cumpleaños ahora el 13 de noviembre y, mientras que el año pasado fue bien fuerte la fecha, ahora me desperté y me acordé con nostalgia nada más. No puedo decir que ando solucionado por la vida. A mí también me pasan cosas, pero ya no desde el drama, sino que del agradecimiento de haber tenido un ser animal al lado mío, con su incondicionalidad en el amor. Las mascotas tienen eso, que vienen sólo a amarte y creo que ahora puedo ver claramente que mi Toto vino a darme la oportunidad de yo poder amarle, de darnos con mi compañero la oportunidad de tenerlo. Éramos tres, una familia, y tenía sus canciones. Nos íbamos a la playa y (canta) ‘el Totito se va a la playa con los papás...’, y ladraba y ladraba. Si iba a la peluquería, “el Totito se va a lavar el poto con los papás’... (Ríe) Tenía canción para todo”.

-¿Estás preparado para tener otro perrito?
“Ahora llegaron estos guatones (Estrella y Sotito, dos quiltros del barrio), que son unos vagabundos alucinantes. Yo ya estoy enamorado de ella, que la tenemos desde febrero, pero es otra la relación porque llegó grande. El primer tiempo me negué absolutamente a tener una mascota, pero va pasando el tiempo y piensas ‘por qué no darme la posibilidad de irme a la playa cantando con este animal’. La Estrellita, las primeras veces que la llevé en auto, me vomitó el alma adentro, porque de la calle a un auto debe ser para nosotros como pasar de acá a un platillo volador. Pero sí, estoy abierto a tener una nueva mascota”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Mi vicio son los baguette del Le Fournil, que me los como con una culpa. Tengo muchos vicios, me encanta la ropa, los zapatos, viajar, la belleza... Pero una real, no esa de gente guapísima, que después de hablarle y conocerla, se afea. Una de las cosas que me mueve internamente es esta cantidad de seres hermosos anónimos que hay en la vida. Al final, todos somos perfectos tal cual somos”.

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