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Alejandra Pizarro: “No somos solidarios cuando se trata de encontrarnos con los otros”

La directora de la Comunidad de Organizaciones Solidarias afirma que reducir la solidaridad a un aporte monetario no es suficiente, que es necesario darnos un tiempo para un encuentro con el otro porque sino seguiremos construyendo ghettos.

22 de Diciembre de 2010 | 15:35 | Por María José Errázuriz L.
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A lo mejor no era una novedad, pero el estudio graficó el hecho de que los chilenos preferimos, por lejos, hacer un aporte en dinero a una causa benéfica antes que entregar tiempo y dedicación personal a la misma.

Según el Índice de Solidaridad conocido hace pocas semanas, en una escala de 0 a 10, la donación de dinero alcanzó un 6, mientras que la entrega de bienes materiales un 2,1 y la entrega de tiempo personal un 2. Eso deja al índice en promedio en un 3,3.

Alejandra Pizarro, directora ejecutiva de la Comunidad de Organizaciones Solidarias, que agrupa 93 fundaciones como Las Rosas, Paternitas o Coanil, asegura que una de las razones por los que ellos vieron la luz en 2004 era que se intuía ya que la solidaridad estaba siendo reducida a el hacerse socio o dar plata en la colecta.

“Se establecieron vínculos de confianza y de cariño, de perder el miedo, porque las organizaciones sociales, de algún modo, han competido entre sí”, explica. “Hemos creado un espacio para relacionarnos desde la colaboración en vez de la competencia”, agrega.

Desde esta plataforma afirma que si los chilenos quieren ser solidarios tienen que tener la capacidad de verse unos a otros y no seguir replicando el modelo de exclusión social en el que vivimos.

-Se conoció el Índice de Solidaridad, un 3,3. ¿Es un mal índice?
“Sí, es un mal índice si nosotros nos definimos, en encuestas, como solidarios. Es un mal índice además, si se considera que se baja de un 6,2 el 2009 a un 3,3, el 2010. Somos solidarios cuando se trata de dinero, pero no somos solidarios cuando se trata de encontrarnos con los otros.
 “Cuando tú le preguntas a los más pobres qué les duele no es sólo la falta de dinero, sino también la sensación de exclusión en la que viven. Hoy nuestras poblaciones son menos pobres, pero son más solas y tienen menos capacidad de traspasar las capas sociales”.

Alejandra clarifica nuestra situación actual con lo que pasa para la Teletón, donde una persona puede ir y hacer un aporte importante para la causa, pero después va al supermercado y se estaciona en el reservado de los discapacitados.

-¿Qué explica que seamos mejor dando dinero, en vez de especies y tiempo personal?
“Creo que hay una responsabilidad alta de las organizaciones sociales...”

-¿No es reflejo de nuestro individualismo?
“No quiero decir que somos individualistas aunque lo somos, ni que somos consumistas, aunque lo somos, pero no hay una causa única. Primero, dar dinero es más fácil porque existen los canales para hacerlo como cuando nos piden ser socio con descuento a la cuenta; hemos desarrollado en forma muy eficiente la manera de recoger dinero, cosa que necesitamos, pero, al mismo tiempo, hemos reducido la solidaridad a esa transacción”.

-¿Por eso las organizaciones son responsables al maximizar esta captación de recursos?
“Tenemos una responsabilidad pero no es la única. También la sociedad en su conjunto tiene una responsabilidad al suponerlo todo como una transacción comercial y reducir la solidaridad a eso.
“Eso es insuficiente, pero no porque sea malo, sino porque al hacerse socio y sólo entregar las lucas, de verdad, uno se pierde lo mejor de la solidaridad que es la experiencia de ese encuentro con el otro. ¿Qué es lo que le hace sentido a lo jóvenes cuando van a construir casas? ¿Levantar la casa? Lo que les cambia la vida es el encuentro con el que va a vivir en esa casa que tiene muchas cosas que aportar a sus vidas.
“Si olvidamos esta dimensión de la solidaridad, olvidamos que el corazón de la solidaridad tiene que ver con precisamente ver al otro, ponerme en su lugar y actuar en consecuencia”.

-¿Cuál es la consecuencia de tener este modelo? ¿Una sociedad cada vez más jibarizada?
“La mayor consecuencia es seguir haciendo de nuestras ciudades, en todo el país, un lugar lleno de pequeños ghettos. Cuando era joven, Santiago se dividía de la Plaza Italia para arriba, hoy no sé, es de la Pérez Zujovic.
“El no retejer el tejido social es lo que va generando esos espacios de miedo, de distancia, de desconfianza que construye, finalmente, una sociedad totalmente desvinculada.
“La solidaridad tiene que ver con tener clara conciencia de que estamos en un mismo barco y que la suerte de la gente de La Legua o Las Condes es mi propia suerte”.

-¿Esta solidaridad de transacción, menos comprometida, debiéramos llamarla solidaridad?
“No haría un juicio de valor sobre eso. Es un modo de ejercer la solidaridad”.

-¿Pero puede ser que me comprometo con dinero para no sentirme culpable?
“Para algunas personas es así...”

-¿Para no querer involucrarse más?
“Exactamente”.

Y relata que muchos de los que viven en las zonas afectadas por el terremoto, sienten que en marzo fueron ayudados con bienes y dinero, pero que una vez que los camiones cargados llegaron al sur, los que ayudaron se desentendieron de lo que todavía viven. “Esto es igual que con nuestros hijos, ¿resolvemos nuestro rol de padres sólo por pagar el colegio y vestirlos? Tú y yo sabemos que nuestra responsabilidad como padres no termina ahí y es mucho mayor”, plantea.

-¿Por qué se produce una gran efervescencia nacional de solidaridad para las grandes catástrofes?
“Porque el anhelo está ahí. Cuando viene un terremoto, lo que ocurre es que se despierta ese anhelo profundo que tiene que ver con que me importa lo que al otro le ocurre y que cuando lo veo sufriente no puedo quedarme pasivo.
“Lo propio del hombre es cuidar a otro hombre, nunca el hombre se humaniza más que cuando cuida de otro”.

-¿Cómo se hace para mantener ese espíritu?
“Esa es tarea de las organizaciones sociales; tenemos la tarea de levantar en la sociedad lo que ella va olvidando. Tienen la tarea de recordarnos cuál es sentido más profundo de nuestra vida y no sólo reducir todo al aporte monetario. Si tienen un minuto en la televisión piden plata ¡y es que lo necesitan tanto!, pero debemos tener lo otro presente.
“Hay una sed de vincularse con el otro y a veces nosotros no damos todas las posibilidades. Tenemos que despertarnos”.
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