Los Appaloosa son caballos del oeste de Estados Unidos que tienen su origen en una raza introducida por los conquistadores españoles. Los indios Nez Percé los criaron para labores en el campo y la guerra, pero la llegada del hombre blanco casi significa su fin. Fácilmente distinguibles por sus manchas, lo que hace que ningún caballo sea igual a otro, lograron sobrevivir y muchos años después el médico Claude Thomson fundó el Appaloosa Horse Club, desde donde empezó a reconstruir la raza.
En Chile, los Appaloosa eran virtualmente desconocidos. De hecho Carolina es la única criadora y recién en el mes de diciembre se desprendió de los primeros tras un exitoso remate en el Santiago Paperchase Club.
Profesora de educación básica, dejó las clases en el colegio San Benito cuando nació su cuarto hijo. Entonces, decidió tomarse en serio la posibilidad de establecer el criadero de Appaloosa en Chile, cuyos siete primeros ejemplares había traído junto a su marido para el uso familiar.
Hoy, con seis hijos, toda la familia se ha ido involucrando en el negocio familiar bajo la marca del Haras Santa Amaya, nombre que siempre quisieron para una de sus hijas y que finalmente, tiene la menor de 8 años. El campo está ubicado en Catapilco.
-¿Qué hace una profesora dedicada a la crianza de caballos?
"Dejé de trabajar con mi cuarta hija porque el horario de una profesora básica es full time, con un horario muy extenso y mucho trabajo para la casa, además del compromiso que estableces con cada alumno y su familia.
"De salir de un trabajo a quedarme en la casa, me costó bastante el trance y de a poco empecé a ocuparme del manejo del criadero, que ya estaba funcionando.
-¿O sea, tu afición por los caballos viene de mucho antes?
"Tenía el concepto y función del caballo, pero la afición del caballo me vino en la medida en que empecé a hacerme cargo y esto me ha permitido conectarme emocionalmente con ellos.
-¿Antes, cabalgabas por entretención?
"No, nada, muy poco. Mis padres perdieron un campo en la zona de Chicureo cuando yo tenía dos años, por lo que vida en caballos no hice, sólo tengo historias potentes familiares.
"Mi conexión con el caballo fue en Catapilco. Nosotros veraneamos en Cachagua, pero el cuento de pura playa todos los días, no nos llenaba, entonces para complementar nuestra vida familiar decidimos empezar con las salidas a caballo por los cerros".
Carolina recuerda que su hija mayor, hoy por recibirse de veterinaria a los 26 años, mostró desde chica mucha pasión por el salto, por lo cual, se empezaron todos a involucrar y vinieron a la mente los recuerdos familiares, con lo cual buscando caballos mansos para el resto de la familia, nació la idea de traer los Appaloosas a Chile.
-¿Ésa es la característica de estos caballos?
"La característica principal de los Appaloosa es su apariencia -son todos diferentes unos de otros por sus características físicas- y la mansedumbre del caballo. Tiene una capacidad de agradar al jinete, y tiene la capacidad de adaptarse a lo que el jinete quiera de él. Son diferentes unos con otros, como los humanos, a cada uno lo puedes distinguir fácilmente y llamar por su nombre".
-¿Por qué involucrarte en esto?
"Empecé desde un punto de vista funcional a hacerme cargo, como dueña de casa, de la compra de los remedios, la comida, era la administradora del haras, pero de a poco, me comencé a involucrar con estos animales, que son maravillosos. Me di cuenta que son muy queribles. El caballo ha sido un animal siempre depredado, por lo tanto, está siempre a la defensiva, pero si tú le muestras respeto y sigues algún tipo de secuencias de trabajo no va a tener problemas en entregarse.
"Esta maravilla me empezó a capturar, a lo que se sumó que con el nacimiento de los potrillos te aflora toda la maternidad. Es un proceso increíble ver como cada potrillo se comunica con su madre y empieza a crecer. Se ve el espejo de las relaciones humanas en ellos, se comportan igual que nosotros".
-En un inicio esto tuvo un sentido familiar, ¿en qué momento lo vieron como negocio?
"Aunque respondió a una pasión familiar, siempre fue mirado, a largo plazo como un negocio, pero la crianza es un proceso muy largo. Introducir una raza en Chile no era una tarea fácil, en EE.UU. y Europa el Appaloosa rompe records en velocidad, enduro, adiestramiento, pero el público chileno es muy tradicional y competitivo, tienes que mostrarle un caballo terminado.
"Mi primera función fue ver cómo introducir la raza y eso me fascinó; diseñé con bastante ayuda mi primera página web para mostrarle a la gente que la raza estaba en Chile, empecé a hacer ropa con la marca y todo esto me produjo mucha entretención".
-¿Tenemos un nacionalismo exacerbado con respecto al caballo chileno?
"Te diría que sí. Creo que el caballo chileno es un muy buen caballo, pero creo que en líneas de sangre estamos bastante topados. Me gusta mucho el caballo chileno, por su resiliencia, es un caballo aperrado y de hecho la mezcla de Appaloosa con chileno me gusta mucho".
-Esto trascendió a tu familia. ¿Quienes se han involucrado?
“Mi hija mayor ya lo hizo, bueno, porque principalmente su pasión han sido los caballos y estudió veterinaria, siendo su tema la reproducción. El que estudia derecho nos ayuda con la parte de los contratos con los clientes y el que estudia agronomía esperamos que pronto pueda hacerse cargo del manejo del suelo en Catapilco donde se extiende hace tiempo los problemas de sequía. El problema de agua es grave y debe haber un manejo racional para poder tener pasto.
"Para mi marido (abogado y consultor ambientalista), quien siempre ha estado involucrado, esto es más como su relajo".
-¿Cuáles han sido los momentos difíciles?
"Partimos aprendiendo; junto con el desarrollo del criadero, hemos ido aprendiendo. Es un desafío constante. Momentos difíciles han sido las pérdidas que por suerte han sido pocas gracias a un buen manejo y al hecho de que la raza en sí es muy resistente. También está la pérdida emocional cuando vendes un caballo regalón. La sequía y pérdida de praderas, también ha sido un problema.
"Más allá de eso, no han habido grandes problemas, ha sido un trabajo muy llevadero y compatible con mi rol de mamá".
Hoy Carolina confiesa que quiere tener un mayor involucramiento emocional con los caballos. "El mundo en Chile es muy masculino, de rodeo, brusco, para romper la libertad del caballo y he ido buscando alternativas que me permitan llegar al caballo en el área más afectiva. El caballo te lee todas tus emociones y necesitas conectarte con él para tener un buen resultado", dice.