Además, se sienten abandonados, pues sus hijos ya no hacen planes con ellos, sólo con sus amigos, y, muchas veces, no se dan cuenta de las dimensiones de lo que están pidiendo.
La regla de oro es llegar siempre a una buena negociación, que sea justa para ellos y tranquilizadora para los papás. Entonces, para que los permisos no se vuelvan un conflicto, tenga en cuenta:
1. Escuche la solicitud de sus hijos y trate de proponer un acuerdo justo para ambas partes. Siente su posición al respecto, pero también deje que su hijo explique la de él.
2. Déle a cada permiso la dimensión que le corresponde y evalúe las implicaciones reales de cada solicitud. Tenga en cuenta la importancia que éste tiene para su hijo.
3. Negar los permisos para "proteger" a sus hijos no garantiza su seguridad. No es conveniente que crezcan en ambientes cerrados por temor. Los jóvenes deben aprender a desenvolverse, esto no implica que los deje libres para hacer lo que quieran. A veces, la prohibición les es atractiva.
4. Una vez tomada la decisión del permiso mantenga las condiciones. Negociarlas a toda hora le da al joven la idea de que puede pedir más. Recuerde que usted lleva las riendas de la educación y las va soltando, de acuerdo con el comportamiento del joven.
5. Si ya se concedió el permiso, permita que sea el joven quien resuelva cómo manejarlo. No dé tantas instrucciones o recomendaciones.
6. Pedir permiso es una manera de demostrar respeto por los papás y de acogerse a las reglas, es una vía para informarles lo que desean hacer y buscar su aprobación.
7. Ningún extremo es bueno. Ser demasiado estricto, por lo general, desemboca en jóvenes diciendo mentiras y usando artimañas para lograr hacer sus cosas, tampoco es bueno dejar que sea él quien decida por sí mismo.
8. El cumplimiento de un primer acuerdo dará pie para otros. Hágale saber al joven que de acuerdo con su responsabilidad y confianza, los permisos pueden ir aumentando o disminuyendo, si es el caso.