La tienda no tiene nada estrafalario. Algunos conjuntos de ropa interior, naipes para juegos eróticos, los clásicos vibradores y aceites afrodisíacos. No hay cadenas, ni ropa de látex ni nada que se pueda confundir con pornografía o sadomasoquismo.
Y es que la idea de la tienda Japi Jane es ser más una juguetería erótica para parejas o solteras que un convencional sex shop que muchos se imaginan audaz y prohibido.
Su dueña es la estadounidense nacida en St. Louis, Jane Morgan (33), quien llegó a Chile la primera vez a estudiar español en la Universidad Católica mientras cursaba ingeniería comercial. Acá conoció un chileno, se pusieron a pololear y luego de intentar conseguir visa para él en EE.UU., resolvieron quedarse acá y emprender un futuro juntos.
Ya casada, lleva 10 años en Chile observando, analizando y reflexionando sobre lo particular que son los chilenos en muchos aspectos a partir de la experiencia que ha podido acumular vendiendo artículos eróticos.
-¿Qué fue lo primero que te llamó la atención de los chilenos?
“Que son, literalmente, lo contrario de los gringos en el sentido que le tienen miedo al ridículo. A los gringos les encanta llamar la atención, participar, hacerse el diferente; todo el mundo lucha por llamar la atención y por eso, se usa el pelo más raro o la ropa. Aquí es todo al revés, todos andan vestidos iguales... hacen todo lo que pueden para evitar pasar vergüenza.
“Ahora eso era hace 10 años, hoy las cosas han cambiado bastante con esta cosa de los realities y programas de concurso; hoy la gente se atreve a participar. Chile está lleno de chilenos, todos son parecidos, en EE.UU. hay personas de todo el mundo, de diferentes cultura”.
-¿Y en el ámbito sexual, cómo nos viste?
“Me llamó la atención la tasa de infidelidad, no se habla de eso, pero es muy aceptado que un hombre lo sea; la mujer sabe pero no le dice nada o cosas así.
“También el hecho de que vivían la sexualidad en forma muy privada, no se conservaba de esto”.
-¿Por qué? ¿Somos conservadores o tenemos doble estándar?
“No es doble estándar, sino que es algo que consideran muy privado. Nadie quería decir, incluso a sus mejores amigas, que estaban haciendo algo más osado. Pero esto ha cambiado.
“Recuerdo que jamás, jamás, si alguien tenía un juguete, un vibrador, lo iba a contar a los demás, ni como anécdota ni como dato y hoy llegan a la tienda mujeres que dicen ‘mi amiga me contó y quiero uno’. Esto no pasaba incluso hace 5 años y por eso, le costó tanto que prendiera Japi Jane. No se hablaba de la sexualidad personal. Por eso se dice que somos tan cartuchos, porque nadie quiere contar nada”.
-¿No se hablaba de sexo?
“Sí, pero en términos generales, nadie estaba dispuesto a hablar de su experiencia. Cuando empecé a ir a las casas, muy pocas estaban dispuestas a comentar algo, era algo demasiado osado. Y hoy como que quieren contar”.
-¿Tenemos una moral sexual muy regida por la Iglesia?
“Cada vez menos. Y más que la Iglesia, la cultura, en general, define el rol de la mujer y del hombre. Acá está más definido y muchas mujeres sienten que deben cumplir un papel que no les permite ser más atrevidas y en cambio, sí mantenerse como buena pareja, mamá. Es harto para poner en una balanza; es un rol tradicional muy fuerte y a eso tienen que sumar el ser más osada en la cama, cosa que cuesta”.
-¿Qué te impulsó a crear Japi Jane?
“Llevaba 5 años viviendo Chile, -no fue algo que trajera como idea desde los EE.UU.- pero ya me sentía chilena y trabajaba como ingeniera comercial, cuestión que me hacía ver que mis amigas no hablaban de esto. Cuando llegué, alguien de 22 o 24 años vivía todavía con sus padres, era impensable que se fuera a vivir sola o con las amigas, pero al tiempo cambió. Y nadie va a comprar un vibrador si su mamá puede entrar a la pieza, cosa que es distinto si vives con amigas o con tu pololo.
“Se abrió ese espacio y las mujeres se hicieron más independientes en todo sentido, de los hombres, lo que me permitió hacerlo. Fui a ver locales en el centro, pero nadie tenía lo que yo traigo que son productos de buena calidad, europeos, con design, lindos y que al final son juguetes para pasarla bien en pareja. Es un sex shop pero cien por ciento pensado en las mujeres y en las parejas”.
Jane cuenta que al inicio pensó hacer una venta más reducida entre sus amigas, pero que rápidamente tuvo que ampliar el negocio porque la empezaron a llamar las amigas de las amigas. “Dije, ‘aquí hay demanda’ y como buena ingeniera comercial empecé a hacerlo de manera más formal”.
-¿Crees que hay un prejuicio contra los sex shop?
“Sí, todavía hay. Todos piensan que vendo porno y tengo que explicar de qué se trata. Me cuesta hacerlo, pero siento que esto es un espacio lindo para las mujeres en donde queremos ayudar a su sexualidad. Mis productos van en pro del matrimonio, están destinados a mantener la chispa, a que lo pasen bien.
“Cuando uno dice sex shop todos se imaginan un lugar oscuro con luces de neón con cosas de látex y látigos Yo hablo de juguetería erótica, tienda erótica, porque es otro concepto. Al principio la gente llegaba media nerviosa”.
-¿Quiénes vienen a Japi Jane?
“De todos, pero el fuerte del público es de 30 a 45 años. Tradicionalmente eran más mujeres, pero hoy son 60% mujeres y 40% hombres. Estos llegan por el dato de la esposa y vienen a comprar para los cumpleaños, aniversarios. Vienen muchos profesionales del sector de El Golf, que pasan a la hora de almuerzo”.
-¿Vienen parejas?
“Mucho, lo que es bastante lindo, es una buena experiencia y se cacha que se ríen entre ellos, que lo pasan bien. Muchas veces dicen que ‘ya lo conversaron’ y que quieren cierta cosas en específico. Japi Jane ha atendido siempre a un público heterosexual, pero quiero crear un espacio donde todos se sientan cómodos.
“Los que vienen por primera vez no se van con un vibrador o algo así, sino que con aceites de masajes o chocolate o algún juego”.
-¿Mantienen las aprensiones?
“Sí, pero está bien. No tiene ninguna gracia llegar con ocho mil cosas y tener un set altiro, sino que debe ser algo progresivo, que se vaya de a poco para tener tiempo para experimentar con tu pareja. A estas alturas ya tengo clientes frecuentes. No es ser cartucho, es natural en pareja ir probando. Prefiero que se lleven algo simple, pero que va a lograr ser exitoso”.
-¿Crees que la actitud de las mujeres ha cambiado? ¿Toman la iniciativa?
“Eso es más difícil; es demasiado difícil, en una relación de pareja, cambiar el rol, más si llevas muchos años en eso; eso de ser de un día para otro la que comienza a tener la iniciativa no es fácil. Las mujeres que lo hacen, son más jóvenes, están más conscientes de su rol en la vida.
“Más que tomar la iniciativa agresivamente en la cama, llegando con juguetes y esas cosas, las mujeres están conscientes de que el sexo es muy importante para la relación de pareja”.
-¿Cuál es la reacción del hombre? ¿Se siente más demandado?
“Más entre los hombres que están en etapa de buscar pareja, donde sienten que las mujeres están más exigentes y que saben lo que quieren, pero en pareja, a largo plazo, todo va a ser para bien, van a conversar más del tema y se podrían de acuerdo”.