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Cómo combatir el mal genio en la pareja

Consejos y explicaciones de ese negativo comportamiento.

16 de Mayo de 2011 | 08:42 | Francisca Vargas V.
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El Mercurio

Poco tolerante, mal humor, impaciente, poco comprensivo e irritable son algunos de los sinónimos que se utilizan para precisar cuando una persona anda mal genio.


Las causas son diversas, van desde problemas en el trabajo, familiares y hasta por dormir mal, cualquier situación incómoda y que no se comunica es propicia para que las caras largas y las pocas palabras abunden.


Sin embargo, “muchas veces el mal genio puede ser un síntoma encubierto de una depresión y hay que tenerlo en cuenta, porque esa señal es una alerta que indica que algo no anda bien, sobre todo en los hombres que les cuesta más explicar lo que les pasa”, sostiene Pilar Bustamante, psicóloga de Clínica Santa María.


No se trata de hacer títeres para que cambie la cara, pero sí de entender qué está sucediendo. En ese sentido, la postergación y la negación de situaciones conflictivas en las familias extensivas (suegros, cuñados, etc.) generan circunstancias poco favorables y hasta difíciles de explicar, ya que el malestar se da cuando se sobrepasan los límites establecidos o acordados en la pareja.


“Hay temas que no se comparten en la pareja por temor a que el otro se enoje de verdad porque estoy dando dinero a algún familiar o cuando hay problemas sexuales, porque la satisfacción no siempre es la misma para los dos integrantes”, comenta la sicóloga.


Esta situación sin duda es preocupante y el consejo es no quedarse sin solucionar los problemas, aunque el enojo dure un rato, un día y después se pase. El mal genio puede llegar a durar hasta semanas y terminar en un verdadero alejamiento y quiebre de la pareja.


“Buscar un espacio que no sea amenazante y conversar sin culpabilidades ni asignando responsabilidades, porque si algo sucede en mi pasa también en el nosotros. Tenemos que aprender a leernos la cara para buscar los espacios de encuentro necesarios”, agrega.

Los consejos

Aplicar el sentido del humor para paliar ese mal carácter y no estar tan grave todo el tiempo. Aprender a cocinar, hacer sushi, jugar o revisar las actividades que cada uno realiza en la casa, con los hijos, para no recargar a nadie son algunos de los consejos que dan los especialistas.


“Disfrutar de actividades en que los dos estén juntos y no haya un tercero, salir de la rutina. No se trata de ir al cine o de gastar plata sino de creativamente buscar nuevos intereses, redescubrir las ciudades y visitar los edificios patrimoniales”, ejemplifica.


Otra variable muy importante es revisar el estado de compromiso que los dos integrantes de la pareja tienen con la relación, y la empatía por lo que le sucede al otro. “Como pareja tenemos a aprender a ceder y transar ciertas libertades. Tienes que comprender que ya no estás solo, tus dolores, miedos, frustraciones, tienen el mismo valor que las del otro y no porque sean míos, van a ser más valiosos y voy a estar esperando a que el otro me retribuya”, agrega la sicóloga Paola Norambuena.


No se trata de acceder a todas las demandas ni anularse sino de comprender y ponerse en el lugar del otro. Sin adivinar ni enrollarse de más, porque si no se acierta, la pareja se enoja, anda mal y se aburre. Es más bien tener una actitud proactiva para solucionar y anticiparse a los conflictos mayores.


Para ello, la sicóloga Norambuena da algunas pautas para iniciar conversaciones para comprender lo que le pasa al otro y expresar también lo que se siente:


Evitar anteponer los “pero” porque cortan la comunicación y comenzar por “entiendo lo que me acabas de decir” o “comprendo lo que me estás diciendo”. Plantear los temas sin estar a la defensiva.


No responsabilizar o culpabilizar a la pareja por algo. "Yo me siento de tal forma cuando pasa o dices tal cosa" o “me gustaría que superas que yo me siento degrada cuando…”.


Hacer juego de intercambio de roles. Jugar a decir cómo se ve al otro en tal circunstancia siendo otro. La idea es lograr comprender qué cosas ocurren o pasan en algunos contextos, y desarrollar la empatía, al ponerte en el lugar del otro.


Aprender a escuchar y esperar a que la otra persona termine todo lo que quería decir sin interrumpir sino se sentirá atacado y actuará a la defensiva.


Luego de ensayarlas se podrá pasar a un diálogo más profundo y fluido, que no solo se quede en lo material sino que pueda ahondar en lo subjetivo de cada uno, en lo que realmente le ocurre a cada uno.


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