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Jael Unger: “En la vida nos ponemos muchas máscaras”

Maestra del sistema Isha, la actriz hoy se dedica ciento por ciento a enseñar este método de expansión de la conciencia. Su labor se ha centrado en las cárceles donde asegura se ha logrado bajar los niveles de agresividad entre los reos.

14 de Julio de 2011 | 08:41 | Por María José Errázuriz L.
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El Mercurio

Quedó en la retina de los chilenos como la sufrida Marcia de “La madrastra”. Sin embargo, su vida hoy está plena de amor y llena de luz. Sí, porque desde que descubrió el sistema Isha, ha logrado darle un giro total a su existencia y se ha concentrado en enseñar a otros este método de expansión de la conciencia, como se le conoce.


La recordada actriz Jael Unger (70) es hoy Ishani, maestra Isha, que al igual que otras actrices y animadores como Patricia López, Ximena Rivas y Antonio Vodanovic, han seguido a la conocida gurú australiana Isha, afincada en la actualidad en un gran centro espiritual en Uruguay, La I.


Hace pocas semanas Isha, junto a quienes practican su sistema, estuvieron en Colina II, al frente de 400 reos que escucharon sus palabras y aplaudieron que la Fundación Isha Educando para la Paz firmara un convenio con Gendarmería que les permitirá impartir sus cursos a los presos. Jael Unger es una de las maestras a cargo.


Ishani lleva ocho años siguiendo a Isha y en su camino ha invitado a muchos de sus colegas a hacer lo mismo. Al sistema se acercó luego de leer un artículo periodístico en donde lo que se decía, le hizo sentido.


“Lo que decía me resonó; decía que primero uno tenía que sanarse a sí mismo, para poder sanar el mundo. En eso andaba yo, buscando algo que me hiciera sentido. El cambio evolutivo de la humanidad debe partir por uno, si cada uno expande su conciencia, viene la paz en el mundo”, explica.

-¿Cómo así?
“Yo buscaba mi paz interna. Todo se dio, buscaba mi paz interna y además quería ayudar a toda la humanidad, que el mundo fuera más justo”.

-Al entrar al sistema Isha dejaste muchas otras cosas, ¿por qué?
“Uno no ingresa a nada, uno comienza a practicar, y sí, ahí fue cuando me decidí por ser maestra. En realidad yo no dejé nada; para mí el teatro fue mi pasión, lo supe a los 6 años, pero el teatro fue perdiendo ese lugar primordial en mí de manera natural. Yo no dejé nada, lo que pasa es que esto, esta búsqueda, comenzó a ser fundamental. El teatro me dejó a mí porque desapareció de mis prioridades, donde lo más importante pasó a ser esto, encontrar esa plenitud interna, esa paz”.

-¿Qué ha significado para ti seguir a Isha?
“Quisiera aclarar que uno no sigue a Isha; una de las cosas hermosas de ese sistema es que tú no tienes que seguir a nadie, ni tienes que creerle a nadie, esto te da tu propia experiencia. Isha me entregó un sistema para que una solita encuentre su propia verdad interior. Esto no es una cuestión intelectual, es algo muy profundo, donde uno se encuentra a sí mismo y eso es lo hermoso. Esto es darle libertad, para que cada cual encuentro lo suyo interno, su propia plenitud, su propia verdad.
“En la vida nos ponemos muchas máscaras, tenemos que protegernos porque si nos mostramos tal cual somos la gente no nos va a querer, va a haber rechazo. Todos los seres humanos nos comportamos así, mintiendo un poquitito, manipulando... bueno eso era lo que yo hacía, porque me quería tan poco que no me atrevía a aparecer como yo era. Si lo hacía, a lo mejor me iban a abandonar y el sistema Isha te da ese amor por ti mismo que te hace tener mucha seguridad en ti, y ser natural”.

-¿Las personas que enganchan con el sistema Isha tienen que estar en una etapa de su vida especial?
“Para nada, esto es para cualquier ser humano. Mientras más inocente se es, mejor, pero no se necesita nada porque no hay escalones, jerarquía, no es necesaria una creencia, a esto llegan personas de todas las religiones, estratos sociales. Esto se enseña a los niños de 4 años hasta adultos mayores”.

Desde hace unos cuatro años la Fundación Educando para la Paz, presente en toda América Latina, dicta cursos para personas presas, hogares de menores y ancianos, enfermos terminales y personas discapacitadas, entre otros. En Chile estos cursos pasaron a formar parte de un programa específico porque Defensoría Nacional consideró positivos sus resultados.

“Ellos vieron, cuando hacían sus rondas, que había bajado mucho el nivel de violencia en estas personas internas”, dice.

-¿Estar privados de libertad hace a las personas presas tener una necesidad especial en lo espiritual?
“Claro, pero no sólo los privados de libertad, es la misma necesidad que sentimos todos que es buscar y sentir amor. La autoestima de quienes están en la cárcel es tan baja, que esto es muy importante; no se trata de juzgarlos ni decir, tampoco, que son angelitos, pero se trata de que ellos encuentren otra cosa en su mundo interno. Cuando empiezan a experimentar esta paz, empiezan a cambiar sus deseos y proyectos”.

-¿Esto puede ser una herramienta dentro del proceso rehabilitador de los presos?
“Por supuesto, nosotros creemos en eso porque ellos quedan con una herramienta para toda la vida. Les ayuda mientras están en la cárcel y cambian sus relaciones con sus familiares, los demás presos, comienzan a valorarse. Ellos son como niños necesitados, como somos todos”.

El convenio firmado con Gendarmería les permitirá dictar estas charlas en diferentes penales, muchos de los cuales ya han sido recorridos por maestras Isha, pero ya en el mes de junio, 150 reos y algunos miembros del personal de Gendarmería ya recibieron un curso intensivo diario.

-¿Qué les transmiten los reos, algunos no lo logran entender?
“No se trata de entender, se trata de practicar y hasta ahora los resultados han sido increíbles. Ahora, no todo el mundo lo quiere hacer y nosotros no obligamos a nadie, pero quienes quieren sufren un cambio notable, tienen una experiencia interna de paz y pueden experimentar libertad interna estando dentro de la cárcel. Comienzan a apreciarse cada vez más, y eso empieza a cambiar sus vidas. Y es impresionante; al principio ni siquiera pueden cerrar los ojos para practicar el sistema Isha debido a todo el estrés que tienen, porque sienten que se tienen que proteger y poco a poco se van entregando”.
“Esto no pasa por el intelecto, no hay que ser una persona brillante, de hecho se lo enseñamos a niños de bajo coeficiente intelectual. Esto va directo al corazón”.

-¿Qué ha significado para ti, en lo personal, tener esta experiencia en las cárceles?
“Mucho crecimiento, soltar cosas rígidas, porque en la cárcel tienes que fluir, todo cambia siempre. Además, me he tenido que abrir y dejar cualquier tipo de prejuicio que pudiera haber tenido y sobre todo, abrir el corazón. Nunca había sentido tanto amor, ahí en la cárcel; ellos los único que quieren es amor.
“No se experimenta miedo, en ningún momento lo sentí. Es puro amor y no es algo etéreo, era algo real. Ver al ser humano en sus máximas necesidades y ver que pueden encontrar el amor internamente, es maravilloso”.


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