Ser un puente es la ambiciosa misión que se han impuesto. En los últimos años han proliferado las organizaciones que apoyan el desarrollo de la mujer, pero muchas de estas iniciativas no logran llegar con sus buenos propósitos a su público objetivo.
De ahí, que un grupo de cinco amigas decidieran dar vida a Mujer Impacta, una ONG que busca difundir la labor de otras y facilitar el acceso de las mujeres a instancias de financiamiento, nexos, asesoría y otros.
La arquitecta María Paz Achurra es una de sus directoras, quien afirma que el sentido de la agrupación es poder mover a cada una de las mujeres de manera que sea un actor que impacte dentro de su medio, su círculo cercano. “Le hablamos a la mujer en su individualidad”, explica.
“Queremos ser un puente de conexión entre entidades que buscan fortalecer a la mujer. Hay muchas instancias, pero las mujeres no conocen ni la mitad de ellas. La mujer está muy poco informada, les falta educación sobre los temas que les afectan”, dice.
Durante los dos años que demoraron en dar vida a Mujer Impacta, levantaron una serie de encuestas que confirmaron sus aprensiones en orden a que las mujeres desconocen las distintas organizaciones creadas para su apoyo y que eso ha derivado en que muchos de los recursos disponibles no tengan uso. María Paz insiste: “queremos que las mujeres se empoderen para que sean arquitectas de cambio”.
-¿Cómo lograrán ser puente?
“Principalmente comunicando. Vimos que las redes sociales son un primer paso; luego, hay que trabajar con las distintas comunidades, a nivel municipal o regional. En las regiones las mujeres se sienten muy abandonadas y piden ayuda para ser consideradas. Todas las ONG están muy enfocadas en las áreas que les corresponde, lo que es bueno; lo que nosotros queremos es darlas a conocer”.
-¿Pero por qué una nueva organización?
“Nosotros no queremos ser competencia de las otras, queremos ser una ayuda, un aporte a ellas. Por eso, queremos generar puentes de comunicación; uno de nuestros proyectos es realizar clínicas de asistencia donde todas tengan cabida de manera que las mujeres tengan acceso.
“También queremos asumir todos esos proyectos que nadie tiene tiempo de implementar, para hacerlos realidad. Queremos ser un comodín, entrelazar estas organizaciones y no sólo en Santiago, sino que en regiones, porque ahí hay muchas organizaciones que han emprendido un trabajo pero se encuentran medias solas y no encuentran cómo conectarse con Santiago”.
María Paz asegura que falta un aglutinador, una sola entidad que congregue a las otras de manera de facilitar el acceso a ellas y un actuar más coordinadamente. “Falta alguien que pueda canalizar todas las necesidades”, asegura.
Agrega que otra de las misiones que se han impuesto es posibilitar el voluntariado de muchas mujeres que no pueden asumir una responsabilidad sin que vaya acompañado de la necesaria flexibilidad. “No tienes que estar casada con una cosa sistemática que muchas veces se te hace imposible cumplir. Hay muchas mujeres que dicen que quieren ayudar, pero que no tienen todo el tiempo disponible y requieren cierta libertad”, explica.
-¿Dónde señalarías las mayor trabas que tienen que enfrentar hoy las mujeres?
“La mayor traba es que se acabo el tiempo de la pataleta. Ya no existe el discurso de queja de que el hombre esto, de que el hombre aquello, de que los sueldos, de que la competencia. El mayor problema hoy es que la mujer tiene que volver a redescubrir su femineidad y hacer su vida a través de ella. Tiene que dejar de competir y ser un complemento.
“La mayor traba es que tanto la mujer como el hombre no saben como complementarse. La mayor traba es que la mujer tiende a enfrentar el mundo de los hombres de la misma forma como lo hacen ellos”.
-Se habla mucho de la complementariedad de roles, pero pareciera que se hace poco por ello.
“Sí, se hace poco porque nosotras tenemos que educarnos sobre qué es ser complemento del otro. Por mucho tiempo fuimos competencias y escuchamos las pataletas. Hoy, nosotras como madres somos las llamadas a mostrar a nuestros hijos hombres y mujeres lo que es ser complementario.
“La mujer que quiere ser superpoderosa va dejando al hombre de lado; hay que cambiar ese switch y las generaciones jóvenes lo están logrando, pero falta y muchas no saben cómo hacerlo”.
-¿Cómo se logra entonces esa complementariedad?
“Respetando la esencia de cada uno. La de ser mujer y la de ser hombre. Además, se trata de un equipo; si te enfrentas al hombre simplemente te estás cortando un brazo. No se trata de conseguir que el hombre se vuelva más femenino, sino que ambos recorran el camino juntos y unan fuerzas, dejando que los hombres y mujeres hagan lo que saben hacer mejor”.
-¿Pero eso va a dejar a los hombres y mujeres haciendo lo mismo de siempre? Las mujeres cuidando niños y haciendo las tareas del hogar.
“Efectivamente, por naturaleza se tiende a ello. Las mujeres han entrado en el mundo de los hombres, pero no hay razón para que las mujeres sigan con los mismos roles. Los hombres también pueden cuidar a los niños y pueden asumir un post natal. No se trata de volver al mundo donde el hombre es proveedor y la mujer se queda en la casa. El hombre se puede involucrar en el mundo de la mujer sin por ello tener que ser más femenino. Se trata de respetar la esencia de cada uno, cosa que no es fácil”.
-¿A lo mejor en este último tiempo hemos exacerbado la separación hombre mujer?
“Creo que sí. Algunos preguntan si el S. XXI es el siglo de la mujer, pero eso es una falacia. No hay siglo del hombre ni de la mujer, aquí no desaparece nadie, ni aparece un nuevo actor. Es el siglo de un cambio, de un nuevo entendimiento, pero no es el siglo de la mujer porque eso ya es machista, es segregar de nuevo. El gran problema de hoy es el individualismo de la mujer y del hombre y en el ámbito de las relaciones humanas tenemos que volver a ser comunidad”.