No necesitas viajar hasta China para sufrir los trastornos del cambio de horario, que acarrean el cansancio y un desorden en los hábitos alimenticios. Tu propia rutina, y las diferencias entre las horas en que te levantas los fines de semana y cuando debes trabajar, puede estar desencadenándolos, provocando la somnolencia e incluso la obesidad.
A esa conclusión llegó un grupo de investigadores alemanes de la Universidad de Munich, al constatar en 65 mil adultos que aquellos que dormían hasta más tarde los fines de semana, pero que de lunes a viernes se levantaban temprano con la alarma del reloj, eran hasta tres veces más propensos a engordar. Y la razón no es otra que los cambios en el reloj biológico.
Tal como lo explicó Till Roenneberg, uno de los científicos alemanes que participó en el estudio, el reloj interno no se puede sincronizar como una máquina, sino que se ajusta naturalmente a las horas de luz y oscuridad, para buscar el mejor momento para descansar o estar despierto. Por otro lado, este orden se ve alterado cuando se viaja a lugares con al menos tres horas de diferencia horaria, provocando lo que se conoce como “jet lag”.
Lo que la investigación de Roenneberg descubrió es que en la vida cotidiana, y debido a los horarios matutinos de trabajo y el cambio que se hace en los días libres para levantarse, se está contribuyendo a que exista una gran mayoría de personas que sufren lo que se ha llamado “jet lag social”.
"Hemos identificado un síndrome en la sociedad moderna que sólo se ha detectado recientemente. Tiene que ver con la creciente discrepancia entre el ritmo diario del reloj fisiológico y el reloj social”, dijo Roenneberg, agregando: “como consecuencia de este ’jet lag’ social, la gente padece una carencia crónica de sueño (y) también es más proclive a fumar y a beber más alcohol y cafeína”.
Por otro lado, el problema que trae este desorden, y el estar despiertos cuando se debería estar durmiendo, ha provocado un incremento en la ingesta de comida cuando el cuerpo, realmente, no quiere hacerlo y ha disminuido el ejercicio, debido al cansancio por el sueño.
"Despertarse con un despertador es algo relativamente nuevo en nuestras vidas. Simplemente significa que no hemos dormido lo suficiente y esa es la razón por la cual estamos cansados de manera crónica”, explicó el científico.
“Un sueño bueno y suficiente no es una pérdida de tiempo, sino una garantía de un mejor rendimiento en el trabajo y una mayor diversión con los amigos y la familia en nuestro tiempo de ocio”, señaló.
La deuda nacional de sueño
“En Chile no le damos importancia al sueño”, comenta en Chile el director médico del Instituto del Sueño, el doctor Walter Avdaloff. Tal como ha visto a lo largo de los años y de observar a una sociedad que prácticamente no quiere dormir, los chilenos aún no le toman el peso a la necesidad de descansar por la noche por lo menos 7,5 horas para poder funcionar bien, no solo al otro día, sino que también a largo plazo.
“La gente quisiera poder dormir menos para aprovechar su tiempo al máximo, sobre todo la gente joven, donde hay un alto porcentaje que tiene un inicio del sueño entre la una y las dos de la mañana. En algunos casos, incluso tres o cuatro, y solo por situaciones sociales o porque se quedan en internet. Al otro día deben levantarse temprano para ir a la universidad o a trabajar, pero si se les dejara dormir libremente, lo harían hasta las 11 de la mañana perfectamente”, comentó el experto.
Esta fase retardada del sueño, explica Avdaloff, es tan grave para la vida de alguien que no solo le afectará en su salud, sino que puede provocar que un universitario pierda posibilidades de estudio o de trabajo por el solo hecho de que no puede estar a las ocho de la mañana despierto.
Como cuenta Avdaloff, es indispensable tomar conciencia de los horarios destinados al descanso y que exista cierto orden entre los del fin de semana y de lunes a viernes. Además, se debe ser más estricto en temas como la higiene del sueño. Ésta, entre otras cosas, señala que no es bueno estar con la televisión o el computador encendidos hasta minutos antes de dormirse, ni tampoco utilizar la pieza como centro de discusión de problemas familiares.
Avdaloff sugiere utilizar la habitación solo como un espacio de relajo y vida amorosa, tratando de que la televisión y el computador se encuentren en otro lugar de la casa.
Además, es bueno usar los últimos momentos antes de dormirse, como un espacio para escuchar música agradable y leer, siempre que no sea un texto de trabajo.