“En mi vida he encontrado a alguien atractivo sexualmente hablando. Cuando pienso en sexo, solo siento repulsión. La única manera en la que me atrevería a hacerlo, sería para tener una guagua. Pero entonces sé que tendría que abstraerme y fingir que esto lo está haciendo otra persona. Siempre me he sentido así… La gente cree que debe haber un motivo por el que pasa esto, pero no creo que el mío sea el caso. Algunas personas, simplemente, nacen así, y yo soy una de ellas” (Sophie Zeleda, 23 años, “The Sun”).
“Los deseos de él y atracciones eran, bueno, diferentes a los míos, y no creo que alguna vez se haya dado cuenta lo que realmente pasaba conmigo. Habían asuntos sexuales desde el comienzo: él lo quería y yo me sentía influenciada teniendo un novio. Recuerdo haberme sentido extraña después. Habiendo pasado años sin pensar en estas cosas, estaba claro que yo realmente no quería tener sexo (…) Terminamos como amigos” (Neth, 25, The Guardian).
Ambos casos representan el uno por ciento de la población mundial, que aseguran no sentir atracción sexual a nada. Incluso se habla de unas 70 millones de personas que se autodenominan “asexuales”.
“En teoría, la falta de deseo sexual no debería ser un problema. Pero estamos en un medio que sugiere la hipersexualidad como norma. (Por lo que) la asexualidad se ha convertido en un ‘problema’ ya que se hizo más visible y en cierto modo, se ha convertido en el nuevo estigma”, aseguró el profesor asociado de la Universidad de Brock (Canadá), Anthony Bogaert.
En octubre pasado, Bogaert publicó el libro “Understanding Asexuality”, en el que explica su investigación hecha en 1994, en la que analizó las respuestas de 18 mil personas en el Reino Unido, en la que el uno por ciento aseguró no haberse sentido nunca atraído sexualmente.
Según sus conclusiones, la asexualidad representa una población cada vez mayor de personas que carece de un estudio profundo, ya que se suele confundir su total desinterés sexual en la represión de sus instintos o un trauma escondido de la infancia.
“Cuando ‘salí del clóset’ con mis padres, inmediatamente me dijeron que no me limitara a mí mismo. Creo que ellos lo pasaron muy mal pensando cómo podría ser feliz sin que la sexualidad formara parte de mi vida”, ha comentado David Jay, el hombre que se ha transformado en el vocero de la asexualidad, y en uno de los principales impulsores de que ésta se considere una cuarta orientación sexual.
Preocupado por la falta de información que existía acerca de lo que consideró desde su adolescencia, su condición sexual, comenzó en 2001 el sitio web
AVEN (Asexual Visibility and Education Network), que hoy cuenta con 50 mil miembros.
Allí, junto con difundir qué significa ser asexual, se difunde la idea de que la intimidad de las personas o con una pareja no tiene por qué ser la sexual, y que ésta última no es mejor que la anterior. Además, entrega una puerta de salida a aquellas personas que no han sentido atracción sexual hacia otros, y han mantenido en secreto su realidad, mientras viven rodeados de conversaciones de índole sexual, entre sus amigos.
Para ellos es que Suzie King, life coach, comenzó el sitio
Platonic Partners, en 2007. El hecho que gatilló la página -en la que personas asexuales, o que prefieren el celibato, pueden encontrar una pareja que, como ellos, no buscan tener relaciones sexuales-, fue el intento de suicidio de uno de sus pupilos. “Él estaba muy solo y no podía vislumbrar un futuro en la que alguien quisiera tener una relación con él sin sexo”, comentó la mujer al The Guardian.
“Ésta es una orientación sexual porque no es una opción, es la forma en que la mayoría de nosotros ha sido durante toda su vida”, comentó, por su parte, Jay a otro medio británico, en el que explicó que actualmente mantiene una relación con una mujer, también asexual, con la que espera en el futuro poder adoptar un niño.