La historia ha remecido al viejo continente, porque tiene nombre, apellido y responsables.
Se trata de la joven modelo Georgina Wilkin, quien, hoy a sus 23 años, ha apuntado sus dardos contra los agentes que se mueven en el mundo de la moda y que presionan a las chicas para que alcancen tallas ínfimas.
En su caso, según narra en una extensa entrevista en el diario
Daily Mail, cuando empezaba en el mundo de las pasarelas fue presionada a adelgazar para alcanzar las tallas que gustan en países como Japón, pese a que padecía anorexia y eso era visible.
En su estremecedor relato, la joven cuenta que empezó a modelar a los 15 años cuando la contactaron en la calle y que de ahí fue una escalada destructiva como que se presentaba a algunos casting después de días sin comer, para estar más delgada, pero absolutamente mareada.
En una de esas oportunidades, el agente le dijo que estaba muy satisfecho con su apariencia y que siguiera haciendo lo que fuese que estaba haciendo.
Georgina dice que en ese largo período que duró 7 años, muchas veces sus labios y sus dedos estaban azules porque su corazón estaba tan débil que ya no bombeaba sangre. Y que todo era fácilmente ocultado por los maquilladores con productos especiales para ojeras.
Pero su denuncia va a más allá”: “no era sólo yo”, dice, sino que en ese momento habían a lo menos otras seis modelos que eran igual de anoréxica que ella.
La acusación de Wilkin es categórica. Dice que cuando fue contratada para instalarse en Tokio, el agente le dijo que podía irse a Japón en dos meses “con la condición de que perdiera 3 pulgadas en mis caderas y una pulgada en mi cintura”. Y entonces bajar más de peso se convirtió en su misión y lo único que ingería eran ensaladas cada ciertos días.
Tras años de tratamiento, Georgina dice estar recuperada, pero ha levantado la voz contra la industria de la moda.