Archivo El Mercurio
Ha terminado con apremio su cuarto año de medicina en la Universidad de Chile y desde ahora se abocará por completo a su presidencia de la Fech, la que proyecta intensa considerando que las demandas estudiantiles no han sido ‘bajadas de la mesa’ con la mera elección de Michelle Bachelet.
Melissa Sepúlveda (23) tiene un discurso claro, vinculado al mundo anarquista, lo que la instaló en la cabeza de una las federaciones de estudiantes más influyentes del país 91 años después de que el primer anarquista lo hiciera, en 1922.
Su origen está en Concepción, en una familia sin tradición política, pero en donde se cumplía con el deber ciudadano de votar y la mayor obligación de las tres hermanas era estudiar. En ese ambiente, Melissa generó una sensibilidad de izquierda, pero recién lo expresó en el anarquismo cuando ingresó a militar, en 2011, en el Frente Estudiantil Libertario.
Desde ahí se integró al colectivo Luchar, que fue el que desplazó a las demás listas en las elecciones en noviembre y sorprendió a varios. En este grupo hay anarquista, trotskistas, marxistas y otros que se alejan de la izquierda institucionalizada.
Ella asegura que más que una cuestión de anarquismo o no, lo que buscan es promover un nuevo modelo que permite superar los problemas que genera el capitalismo. “Esto está en construcción, si bien se toman diferentes corrientes, la política se trata siempre de reelaborar”, explica.
-¿Cómo se definen dentro del FEL?
“Somos una organización libertaria, entendiendo eso como una serie de principios que guían la práctica política como la horizontalidad, la democracia directa para participar todos en la toma de decisiones.
“Hay un reconocimiento de la tradición anarquista por parte del FEL y el aporte que éste realizó en Chile. A principios del SXX era fuerte, de hecho está federación fue fundada por estudiantes anarquistas y sólo una utilización mediática asocia el anarquismo a la violencia, cuestión que ha servido para reprimir a la movilización de los mapuches o los portuarios. Tenerle miedo al anarquismo no tiene ningún sentido”.
-¿Cómo debemos leer en estos tiempos el anarquismo?¿Anti sistema persé?
“El anarquismo es una corriente profundamente democrática y entiende que esa democracia, a diferencia de la concepción actual de votaciones cada cuatro años donde las personas delegan el poder y posibilidad de transformación en otras personas sin ninguna garantía, es un ejercicio más complejo. La gente tiene que tener real poder de incidir en las decisiones que se toman y por eso, se puede buscar una organización horizontal y de ahí que el anarquismo propone un modelo de sociedad que se basa en principios de solidaridad, de apoyo mutuo, lo que está en contradicción con los pilares que sostienen el capitalismo que son la competencia, el individualismo y el mercado por sobre los derechos sociales”.
-¿El anarquismo se ha renovado?
“Creo que en el anarquismo hay grandes tendencias pero lo más importante es que éste debe, a mi juicio, pensar todos los días soluciones para superar las condiciones reales que afligen a la gente como salud y educación deficiente y segregadores, o un sistema previsional no solidario que roba el trabajo de todos los chilenos”.
-¿Qué caminos deben seguir? En democracia, éstos se expresan en el voto y la representación.
“El ejercicio del voto es una cuestión formal. Aquí nadie está en desacuerdo con el voto como mecanismo, pero el punto es la capacidad que se tiene para incidir en los procesos formales. Hoy no hay una alternativa real para transformar el modelo político y económico a través del voto”.
-¿Entonces, qué camino les queda?
“La movilización social es la alternativa y de ahí que en ello tengamos nuestra inserción; en las organizaciones barriles, laborales. El problema de Chile no pasa por una cuestión formal de ganar un parlamentario, porque hay poderes fácticos que van más allá del Parlamento, hay una subordinación de los poderes al poder económico y la movilización social logra generar una presión para cambiar esa correlación de fuerzas”.
-Bueno, quienes fueron dirigentes estudiantiles entraron al sistema, ¿se convencieron que era el camino?
“No, la verdad es que ellos siempre lo sostuvieron. El PC siempre ha estado en la institucionalidad, siempre ha buscado tener parlamentarios, entonces no hay una contradicción respecto del camino que han tomado los ex dirigentes estudiantiles; son miradas estratégicas, que comprendo, pero no comparto”.
-Esa estrategia parece tampoco tener eco en los estudiantes si tú ganaste la Fech y no los partidos.
“Es más compleja la visión. Nunca es un absoluto el hecho que debido a una razón se dio este resultado. Sí, efectivamente hay un desencanto y cuestionamiento al quehacer que han tenido los partido políticos los últimos 20 años; el rol que jugó la Concertación es algo que cala muy profundamente la sociedad chilena, porque cuando se esperaba volver a la democracia se esperaba realmente volver a ella para beneficiar a la gran mayoría de los chilenos y no como ocurrió donde se reacomodó el modelo de la dictadura en beneficio de algunos, incluida la Concertación”.
-¿Cualquier grupo de indignados se puede llamar anarquista?
“No es relevante ello; en Chile se ha consolidado una lógica de ponerle nombre a todo y de paso caricaturizar todo con mucho prejuicio. Así como hay mucho estereotipo con el feminismo lo hay con el anarquismo, entonces, más que hablar de éste es mejor desglosar las miradas que hay detrás del nombre. Si hay grupos que quieren denominarse anarquistas tienen que tener un correlato de lo que ha sido este movimiento a lo largo de la historia”.
-Hoy hay grupos anarquistas que están asociados a hechos de violencias. ¿Crees necesario diferenciarse de ellos?
“Lo importante es poner la mirada en el movimiento social y ha habido momentos de violencias que se han generado, no por encapuchados, sino por la represión en ellos. No podemos decir que la abuelita que cortó la calle en Aysén era una anarquista violentista. No toda la violencia se origina en estos grupos; existe una violencia estructural que es imposible no reconocer.
“La mirada es un poquito más compleja y estos grupos no hay que demonizarlos. No debe ser el foco de nuestra atención tratar de revertir imágenes que no tienen asidero en la realidad”.