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Virginia Demaria: “Quiero transmitir la imagen de la mujer que puede hacerlo todo”

Esta conocida chef, al frente del programa de cocina y manualidades “Manos a la obra”, no cree en el estereotipo clásico de la mujer dueña de casa ni de la mujer en una posición de desigualdad, aunque reconoce que en las cocinas de los restoranes aún están en desventaja.

13 de Marzo de 2014 | 08:18 | Por María José Errázuriz L.
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En su antebrazo derecho lucía tatuado, desde hace mucho tiempo, un tenedor, símbolo inequívoco de su pasión por la cocina. Hoy, en el antebrazo izquierdo muestra un alfiler de gancho, como nexo imaginario con otra de sus obsesiones, las manualidades.

Dice que le costó mucho tiempo decidirse por el segundo tatuaje porque una tijera hace sentido con la peluquería también y… así fue descartando. Aunque no confirma que sea el último tatuaje, cree que por su marido llegará hasta aquí.

Virginia Demaria (33), chef, tiene varios hijos: tres biológicos (de 5 y 4 años y 3 meses); dos libros ("Momentos" y "A mano") y varios programas de televisión en el cuerpo –ahora graba “Manos a la obra” en 13C-, y en todos ellos ha dejado y deja sus energías y amores. “Mi pasión es 50 y 50”, dice cuando se le pregunta cuál de las dos le gusta más.

Sus primeros recuerdos en la cocina son de los 4 años, cuando le pidió a su hermana que le sigue (ella es la menor de cinco) que le enseñara a hacer huevos revueltos. “Hacía huevos todo el día, mi mamá no sabía qué hacer”, cuenta entre risas.

Confiesa que a pesar de que la ollas y sartenes le fascinaban, cuando salió del colegio entró a estudiar arte en la universidad porque sentía que era habilidosa en lo manual. Sin embargo, estuvo solo dos años en eso porque el arte que le enseñaban no era lo que ella se imaginaba y quería hacer, y se inscribió en el Culinary.

-¿Sentías que tenías que tener estudios formales de cocina? ¿Por qué?
“Porque si bien la cocina es algo que todos podemos hacer y yo tenía hartos conocimientos porque en mi casa la cocina era tema país, necesitaba aprender los procesos, por qué al unir ciertos ingredientes se producían resultados específicos”.

-Al terminar, ¿por qué no partiste a hacer la práctica culinaria a un país exótico, a una cocina de renombre como Francia?
“Porque me enamoré de mi marido. Yo estaba lista para entrar al Astrid y Gastón de Lima, porque me gusta la gastronomía peruana, pero tuve que perseguir a mi marido y cuando me pescó –pese a que era una pasantía acotada de tres meses- consideré que no podía correr ningún riesgo con él… Soy súper intensa”.

-Okey, pero, ¿crees que es necesario ir a estudiar afuera?
“No, encuentro que es una oportunidad increíble, pero no necesario. Si se tiene la posibilidad, hay que tomarla como experiencia y si hoy me proponen irme a un intensivo a Italia por dos semanas creo sería fantástico. Puede sumar”.

-¿No crees en los cocineros autodidactas?
“Creo que se puede ser, pero los estudios de escuela son herramientas que uno se da cuenta como de, alguna forma, lo vas incorporando y aplicando, sobre todo al momento de entender por qué suceden ciertas cosas o para enseñar cocina”.

-Ya, ¿y se necesita una cualidad especial para ser cocinero?
“Que te guste, que te llame la atención cocinar. Mi marido es ultra sibarita y esas personas se pueden transformar en cocineros”.

-¿Hay alguna razón por la que las mujeres no reinan en las cocinas de restoranes, aunque lo hacen en la casa? Casi todo los grandes chef son hombres.
“Y de quiénes aprendieron esos grandes chefs, de su mamá, de su abuela. “Es súper difícil ganarse un espacio en un restorán que ande a full y ser respetada. Es muy duro, no es un trabajo amigable; generalmente las mujeres son reposteras porque tienen la posibilidad de hacer lo suyo en otro horario. La parrilla, donde te quemas, donde se te cae el sartén, donde se grita como jefe de cocina, es un espacio de hombres. A mí me costó que me consideraran para ser parte de un cuarto caliente. Además, trabajas cuando el otro lo pasa bien y tienes a tus hijos en la casa durmiendo”.

Virginia cree, aún así, que el panorama está cambiando y que si le preguntan cuál es el mejor cocinero que conoce, dirá su nana, la Hilda. “Los maestros de cocina de antes, sin escuela, eran secos, en cambio ahora se han transformado en una especie de ser multifacético que hace charlas, eventos, escribe libros; ahora tiene glamour”, señala.

-¿Los hombres y mujeres son iguales en una cocina?
“Sí, pero creo que las mujeres realizamos algunas cosas mejor. Es como en las temporeras, donde las mujeres son mayoría porque ellas toman la fruta en forma distinta y la guarda con otra delicadeza. Las mujeres tenemos otra sensibilidad al momento de cocinar”.

-¿En cuánto influye tu paso por el arte en la cocina?
“Son cosas parecidas, es como tener una tela en blanco que intervienes con distintos colores o tener una papa y un trozo de pollo en bruto las que cambias de forma. Lo que pasa es que la cocina es una satisfacción más inmediata”.

-¿Nos has puesto a competir las manualidades con la cocina?
“La cocina y el arte me llenan 50 y 50 y no podría, no podría quedarme con sólo una. No me puedes quitar mi bordado en la noche o un postre en la tarde. Son como mis terapias, es lo que mantiene con los pies en la tierra, si no me muero.
“No puedo estar sin hacer algo con las manos, ese es mi tema”.

-¿Crees que la televisión te ha obligado a ser una chef diferente a lo que quisieras? ¿Determina tus contenidos?
“No, para nada. Creo que cuando uno comienza a cocinar en TV y llegas a las personas se genera un puente, una comunicación donde hay un feedback. Cuando enseño a cocinar no enseño para mí; me llama la atención que algunos chef cocinan para ellos, no para los otros. ¿Quién puede hacer una espuma usando un sifón?
“Los libros que he escrito de cocina tienen mucho que ver con la necesidad de cumplir y llenar las necesidades de las personas con recetas prácticas. Me pongo en el lugar de la dueña de casa actual que trabaja fuera de su casa, que tiene niños y quiere sorprender a sus invitados”.

Reconoce que sus canales favoritos son FoxLife y que Jamie Oliver es su referente por lo cercano con la gente, “aunque el 90% de las cosas que cocina son con crema y mantequilla”. También dedica algunas horas a navegar en internet para explorar nuevas ideas.

-Marta Stewart construyó la imagen de la dueña de casa perfecta, estereotipo que hoy es bien criticado. ¿No te conflictúa ese rol asignado y el hecho de que se lucha por sacar a la mujer de la casa?
“Es que yo no respondo a ese prototipo de dueña de casa. Aunque puede ser una imagen que algunos pueden percibir, trabajo varias horas fuera en radio y en televisión; ahora es verdad que puedo compatibilizar mis horarios porque no concibo la idea de desaparecer de mi casa, no podría con la culpa y en eso soy súper honesta.
“A mí la imagen que me gusta transmitir, a diferencia de esa idea de poner a la mujer en una posición de desigualdad, es la de una mujer empoderada y que puede hacerlo todo; cuidar bien a sus hijos, cocinar rico, tener tiempo para trabajar, salir con su marido. Quiero que mis hijos crezcan sabiendo que me voy al trabajo, pero que voy a volver”.
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