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¿Por qué las mujeres se emparejan y de inmediato se ponen ansiosas?

14 de Marzo de 2014 | 09:39 | Por M. Cristina Vásconez
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Algunas veces, las mujeres, al iniciar una relación, mezclamos la alegría de realizar nuestro sueño de pareja, con la presencia de la angustia de que eso no funcione. Compartimos esas sensaciones de bienestar con el escepticismo de que, a pesar de nuestros mejores intentos, una vez más, no lograremos culminar la historia con el final que anhelamos.

Ya desde los primeros momentos, y antes de que realmente tengamos fundamentos importantes por los que atesorar la presencia del galán en cuestión, un sentimiento de incredulidad nos acompaña, principalmente en la primera etapa, lo que afortunadamente va disipándose con el tiempo.

La pregunta es ¿por qué el relacionarnos con ese alguien por quien hemos esperado, detona en mi tanto miedo? ¿Qué es lo que opera de manera soterrada y aparece justo cuando menos debiera? ¿Cómo controlar o por lo menos no demostrar esa ansiedad que lastimosamente nos echa a perder la fiesta?

Si ustedes alguna vez han sentido ese golpe en la boca del estómago en sus primeras fases de coqueteo, y se han descubierto inventando miles de estrategias para abordar el romance; si sus amigas las tildan de monotemáticas y ustedes mismas se descubren obsesivas con el tema, quizás sería apropiado detenerse a indagar los orígenes de su auto-sabotaje.

Entendiendo la infinita diversidad de razones del por qué somos como somos, en su mayoría muy alojadas desde nuestra tierna infancia y que se plasman en nosotros, esculpiéndonos en lo que más tarde llamamos nuestra personalidad, hay algunas claves de orden más transversal que también inciden en la manera en que abordamos el tema de la pareja que pueden derivar en ansiedad.

Aquí hay algunas claves; intenta descubrir cuál de ellas predomina en tu vida. Quizás sean las tres:

- Si nuestro Hacer cotidiano se ve marcado por las tareas, el deber ser, las responsabilidades de todo tipo y, por lo mismo, carente de espacios para el placer propio, incluso egoísta, es lógico que la presencia de ese otro, aparezca como la única oportunidad de contactarnos con ese ansiado gozo, la liviandad y satisfacción.

- Si nuestro Pensar está condicionado con mega-juicios como “hay que formar familia”, supeditamos nuestra elección y posponemos nuestra felicidad, en función de lograr calzar con mandatos sociales, que tienden a sumirnos en ansiedad.

- Si nuestro Sentir está subyugado por el miedo a quedar con las manos vacías, no podremos expresar nuestros sentimientos con libertad y perdemos la confianza necesaria para declarar al otro aquello que demandamos en una relación.

Desde niños, los seres humanos buscamos poderosamente la manera de “calzar” en algo. Esa es la razón de la existencia del club, los clanes, las tribus urbanas, etc. Si rechazamos algún modelo es porque nos sentimos más ajustados y conformes en otro. Pero muchas veces buscamos calzar en algo sin siquiera ser conscientes de ello. Por ejemplo, buscamos calzar en una relación priorizando el concretarla y apresuramos las cosas aventurándonos en un proyecto sin contar con toda la información que se requiere. En otras oportunidades al iniciar un romance, prontamente modificamos nuestro mundo en función de “cómo se espera nos comportemos” y así calzar en el patrón de la pareja.

Una relación es un viaje que nos puede llevar a reconocer nuestras luces así como también nuestras sombras. Hoy se sabe que el amor romántico utiliza los mismos circuitos cerebrales que cualquier otra actividad ligada al placer, incluso la droga, lo que explicaría los efectos altamente dolorosos al ver peligrar la relación. Visto de esta manera, el permitir que la pareja sea la principal fuente de flujo de endorfinas podría incluso engendrar algún cuadro de dependencia hacia ésta.

Si tú hoy estás iniciando una relación, la invitación es a mirar de qué manera está nutriendo tu vida, cómo está llenando tu mundo. Donde están tus placeres, cómo es tu mundo afectivo, tu red de amistades.

La vieja y cliché frase que “cada persona es un mundo” es cierta. No pretendo ni generalizar y menos caricaturizar los comportamientos de mi género frente al amor. Mi propuesta y lo que focalizamos en el taller coaching para solteras, es mirar al amor como una expresión más de nuestro mundo interno, que en ningún caso puede estar asociado a sentimientos negativos, y que si bien la pareja es una poderosa fórmula para la felicidad, hay un amor a mi misma que es prioritario y clave para la construcción de una relación sana con un otro.

Ma.Cristina Vásconez G., consultora PuntoPartida
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